En un contexto en el que el futuro demográfico de Cuba se torna cada vez más incierto, el reciente informe de la Oficina Nacional de Estadística e Información (ONEI) ha revelado cifras que podrían sorprender a muchos.
Según el informe, al cierre de 2023, la población efectiva de la isla se redujo a 10 millones 055 mil 968 habitantes, marcando una disminución significativa en comparación con años anteriores.
Este decrecimiento es atribuido a factores como la emigración, la baja tasa de natalidad y el envejecimiento poblacional, tendencias que se han visto agravadas por la compleja situación económica del país y el bloqueo económico y financiero.
Lo que resulta aún más impactante es que la ONEI advierte que la población en Cuba podría seguir disminuyendo en los próximos años, manteniéndose ya por debajo de los 10 millones en los primeros meses de 2024.
Este fenómeno demográfico no solo afecta la estructura de la población, sino que también tiene profundas implicaciones para el desarrollo social y económico de la nación.
Con un 24,4% de la población mayor de 60 años y un predominio de mujeres en la población, la dinámica demográfica cubana se dirige hacia un futuro en el que el envejecimiento y la migración jugarán roles centrales.
Las provincias occidentales y centrales, como La Habana, Mayabeque y Cienfuegos, son las más afectadas por la disminución poblacional, mientras que, en el oriente del país, aunque también se registra una baja, esta es menos pronunciada.
Estos datos subrayan la importancia de los esfuerzos gubernamentales y locales para diseñar estrategias que mitiguen los efectos del declive poblacional y promuevan el desarrollo sostenible en un escenario demográfico cada vez más desafiante.
¿Podrá Cuba revertir esta tendencia antes de que la escasez de población se convierta en un obstáculo insuperable para su desarrollo?
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