Hay que estar ciego para, viviendo en Cuba, no notar la situación caótica que nos rodea. Los apagones no son menores de 12 horas, las farmacias están vacías y los agromercados, bodegas, e incluso tiendas en monedas extranjeras, conocidas como tiendas en MLC, están vacíos.
En medio de todo esto, el Ministro cubano de Financias y Precios, Vladimir Regueiro Ale, declaró en la televisión cubana que el sistema financiero en Cuba se encuentra en un estado de “déficit fiscal”, que significa, ni más ni menos, que la entrada de ingresos no puede cubrir en la totalidad los gatos que debe realizar el gobierno para sostener el sistema social, en todas sus aristas.
Aunque, según la declaración del funcionario, el 63% del presupuesto de este 2024 está orientado a financiar problemas que presentan el sector de la investigación, la ciencia, salud, educación y asistencia social, no es suficiente el capital para cubrirlos. Y, a pesar de que se ha percibido un discreto aumento de los ingresos, igualmente han aumentado la necesidad de gastos.
Entre las necesidades más demandantes, se encuentran los subsidios de electricidad, cuyo monto total asciende a los 38 mil millones de pesos, y la cobertura total de los gatos en materia de salud y educación, para lo cual se destinan 25 mil millones de pesos.
Hasta el momento, según el ministro, no se contempla reducir el déficit fiscal acudiendo a la reducción de los programas sociales, pero, paradójicamente, son los asistenciados y el sector presupuestado los que han sentido durante los últimos años de manera más fuerte los embates de la crisis económica que atraviesa el país.
Por ejemplo, y de acuerdo a alusiones del propio ministro en su alocución, uno de los programas que lleva años sin implementarse es aquel que provee ayudas a madres con tres a más niños. Pero, por solo mencionar algunos, también se nota en la falta de medicamentos, los apagones “programados”, la pésima situación del transporte por la falta de combustible y de carros y piezas de repuesto, los bajos salarios a los profesores e incluso, en muchas escuelas, la ausencia de libros de texto, libretas y material escolar, el desabastecimiento de los productos de la canasta básica y la paupérrima condición estructural e higiénica que presentan las instituciones de salud.
La solución, hasta ahora, es incierta. Regueiro refirió que, aunque hay varias medidas que se están estudiando y otras que se están implementando, son “insuficientes” para lo que en realidad demanda el pueblo. Por el momento, se pretende paliar el déficit optimizando gastos, evitando gastos superfluos y realizando un uso racional de los ingresos, así como buscando otras vías de ingresos y aprovechando oportunidades de inversión.
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