La crisis económica en Cuba agrava la degradación moral, y con ella van en aumento los robos y vandalismos en distintas localidades de la Isla. Los ladrones, en los tiempos recientes, han descubierto un nicho vulnerable en iglesias y templos, por lo que han perpetrado alrededor de 50 actos de esta naturaleza, según un informe de la Red Global de Televisión, Radio y Noticias Católicas (EWTN), medio de gran impacto dentro del Vaticano.
La cifra de los sucesos delincuenciales suma los sucedidos desde marzo de 2023 hasta la actualidad, una relación de iglesia usurpada cada 9 días. Víctimas de tales hechos han sido un total de 39 parroquias, casas religiosas e iglesias a lo largo y ancho de la Mayor de las Antillas.
La agencia de noticias católica da voz a las demandas de varias autoridades religiosas de la Isla, quienes reprochan la inacción de los oficiales policiales en Cuba ante la inmensa mayoría de los delitos cometidos contra el patrimonio eclesial cubano.
De las instituciones religiosas se han llevado ventiladores, lámparas, hornos microondas, cocinas de gas, ropas de cama, útiles de aseo personal, y hasta una lavadora que se utilizaba para ayudar a las personas en estado de vulnerabilidad económica. Incluso, las escasas sumas de dinero recopiladas como ofrendas en las alcancías parroquiales.
El dinero y los bienes sustraídos nunca han aparecido, y en poquísimas ocasiones uno de estos casos ha tenido resolución policiaca con la detención del ladrón. El personal religioso cubano, consciente de la existencia de una crisis económica que motiva al robo y la delincuencia, empieza a sentirse en un estado de desprotección contra el crimen.
El mayor número de estos hechos tiene lugar en las iglesias de los distintos municipios de la capital. Por ejemplo, la comunidad religiosa de La Habana ha logrado identificar a un malhechor con 12 intentos de robos a iglesias, 6 de ellas católicas, y aunque una vez lograron retenerlo, nunca llegaron los oficiales de la policía, por lo que el mismo sujeto ha vuelto a reincidir en el delito.
Igual de preocupante es la situación en la Iglesia de la Exaltación de la Santa Cruz, en Ciego de Ávila, a la cual han entrado en 10 ocasiones, sustrayéndole importantes recursos para el personal eclesiástico y para toda la comunidad religiosa de esta localidad del centro de Cuba.
En el oriente del país suceden casos similares. En la Arquidiócesis de Camagüey, una de las más antiguas y respetadas de Cuba, la inseguridad gana espacio entre los hombres y mujeres de fe.
El pasado 1 de marzo, las Carmelitas Misioneras fueron víctimas de un intento de robo en su casa comunitaria. Mientras esto sucedía, asaltaban la parroquia que ellas atienden: Nuestra Señora de la Medalla Milagrosa de Vertientes.
El suceso anterior causó gran conmoción entre la comunidad de religiosos de Cuba, sin embargo, “hasta el momento no se nos ha avisado de ningún resultado de la investigación”, declaró la hermana María Cristina Rivas.
Otro aspecto preocupante es el vandalismo. El padre Kenny Fernández Delgado, de la Iglesia de San Antonio de Padua, en Arrollo Naranjo, denuncia que desde 2022, mes tras mes, lanzan contra su parroquia varias piedras, que han ocasionado pérdidas irreparables en vitrales de gran valor. Sin embargo, en todo ese tiempo, la policía no ha logrado apresar a los delincuentes.
Ahora, con el informe de EWTN la información llega a todas partes del mundo, incluso a las autoridades del Vaticano. Quizá se vislumbre, no una solución a primera instancia para los religiosos cubanos, pero sí un acompañamiento internacional para su justa demanda.
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