Más Derivados del Azúcar: Con Mucho Ingenio y Poco Presupuesto en Cuba

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¿Cuál es el estado de la industria azucarera cubana? ¿Qué hacen para revitalizarla? ¿Cuánto invierte el país actualmente en el que fue su primer renglón económico?

Durante mucho tiempo, siglos, Cuba se conoció globalmente como la isla del azúcar. Básicamente toda la economía del país giraba en torno a esta industria, cuyas producciones abastecían del dulce grano a una parte importante de las naciones del orbe. ¿Pero qué ha cambiado?

Hasta los años 1980 la Mayor de las Antillas sostenía producciones de ocho millones de toneladas. Ya con el derrumbe del campo socialista, las autoridades del país consideraron que la economía debía diversificarse, pero perdieron el rumbo con los centrales, hasta quedar prácticamente desprovistos de financiamiento y atención estratégica. 

Solamente en los últimos 20 años se han desactivado 100 centrales, y solo quedan con modesta actividad 56, distribuidos por toda la Isla. Pese a tal situación, los amantes del trabajo con la caña, la miel y el azúcar han buscado maneras de reinventarse. 

Los principales productos obtenidos del azúcar que generan la industria son el alcohol y el aguardiente, los cuales constituyen la principal fuente de ingresos de divisas extranjeras para Azcuba, la empresa cubana del azúcar.

Con los líquidos se abastecen de materia prima a 13 marcas roneras cubanas, seis de ellas destinadas a la exportación y de gran demanda a nivel internacional (fundamentalmente en Europa, Latinoamérica y China).

Con los nuevos acercamientos entre la Isla y el gigante asiático, asegura Harenton Martínez, director de desarrollo e inversiones de Tecnoazúcar, se logrará en el próximo semestre de 2024 y en el 2025 un crecimiento sustancial en los envíos de las valoradas bebidas alcohólicas. 

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Más allá de los rones, también elaboran once bioproductos, obtenidos de unas 20 refinerías distribuidas a lo largo y ancho de la Isla, como partes de una integrada planta productiva a nivel nacional. 

Los bioproductos fabricados tienen una multiplicidad de usos. Por ejemplo, el sorbitol constituye un edulcorante alimentario que es empleado como materia prima de 18 medicamentos, elaborados por la industria biofarmacéutica cubana. 

El bionutriente Fitomas es generado para la industria agrícola, pues posibilita la germinación acelerada de semillas, sin constituir ningún tipo de riesgo que pueda afectar la salud humana una vez ingerido el alimento. 

Y como bioproducto insignia, Azcuba tiene a Lebame, estimulante natural destinado propiamente a la industria azucarera, pues favorece el crecimiento y buen rendimiento de la caña de azúcar. El Lebame constituye un buen ejemplo de economía circular, pues cierra el ciclo entre desperdicio reutilizado y nueva producción. 

De modo similar, desde la refinería Antonio Sánchez de Cienfuegos, emplean el bagazo para producir electricidad, en muchos casos la suficiente como para incorporar energía al sistema electroenergético nacional. También, con la cachaza y varios líquidos residuales abonan la tierra para la producción cañera. 

Por otro lado, se muestra como una industria que incursiona en el ocio, con el proyecto de apertura de cuatro museos azucareros, en zonas próximas a los más afamados polos turísticos del país. 

El objetivo mayor tras todo esto es depender lo menos posible del Gobierno para obtener las divisas necesarias para reanimar una industria en decadencia, afirma Carlos González, director de derivados de Azcuba. Según registros oficiales, en 2022, recibió solamente el 0,6% de las inversiones en el país, y en 2023 la cifra disminuyó a 0,4%. Devolverle la gloria a la industria del azúcar dependerá en gran medida de su gente.

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Michel Díaz

Graduado de Comunicación Social en la Universidad de Oriente en 2019, y enamorado del periodismo digital desde siempre.