En esta ocasión este texto periodístico no se centrará solamente en conocer la crítica situación higiénica en la que viven cientos de personas en una provincia cubana. También analizará las quejas de los pobladores, las respuestas falseadas de las autoridades y la resolución del litigio, no con un arreglo de la problemática, sino con el silenciamiento de los descontentos.
A finales del mes pasado Antonio Blanchet Marrero, un vecino del reparto Armando Mestre, de la ciudad de Matanzas, aprovechó el espacio de debate público propiciado por el periódico local Girón para ventilar una problemática que los viene afectando desde hace muchísimo tiempo.
En la calle 334, entre 119 y 121, las aguas albañales corren por las calles y se unen al agua potable en los salideros, y ambas se mezclan con la basura amontonada de los microvertederos hasta crear una espantosa amalgama de insalubridad y podredumbre.
La recogida de desechos es casi inexistente en esta localidad, y hace meses que buscan una solución para los salideros de las aguas negras y potables. El ambiente creado favorece la propagación de vectores en una provincia que se ha visto gravemente afectada por el Oropouche y el dengue, en los últimos meses.
La respuesta de las autoridades competentes llegó, al juzgar por la redacción del periódico, con excesivo e injustificado atraso. El día 3 de septiembre llegó la carta, firmada por Daylín B. Alfonso Mora, presidenta de la Asamblea Municipal del Poder Popular, y por el intendente José Anselmo Díaz Muñiz.
“Para eliminar el vertimiento de aguas residuales, se emplearon diversos equipos especializados, en aras de destupir los drenajes. Durante esa labor, el salidero de agua potable aumentó, pues resultó necesario profundizar para hallarlo. Por consiguiente, no se suprimió”.
(…) “en el transcurso de esta semana, trabajadores de la Empresa de Acueducto y Alcantarillado (EAA) sellarán el hueco por donde se vierte el agua potable, en tanto la dirección de Servicios Comunales continuará con la recogida de desechos sólidos, según la disponibilidad de combustible”.
Al conocer de esta respuesta, Blanchet Marrero, hombre de principios que además es presidente del CDR No. 1 de su zona, recorrió todo el lugar supuestamente intervenido y todo continuaba igual. El día 6 de septiembre volvió a la redacción para desmentir lo comunicado por el intendente José Anselmo Díaz Muñiz y por Daylín B. Alfonso Mora, presidenta de la Asamblea Municipal del Poder Popular.
Usaremos en este texto una palabra fuerte: ¿Tan descaradamente puede mentir un representante público a sus electores? ¿Nada pasa después de un acto tan denigrante como este? Sí pasan cosas, pero como suele pasar, la cadena se rompe por el eslabón más débil.
El día 9 de septiembre el intendente se presenció él mismo en la sede del periódico, y aseguraba que el día 7 había estado en el reparto Armando Mestre para monitorear el estado de las obras y el cumplimiento de los objetivos.
Rodeado de los responsables de mediatizar sus mentiras, el intendente continuó con la narrativa de que ahora enviarían a la comitiva para solucionar el salidero de la red de agua potable, y que la recogida de basura se hace en función de las disponibilidades de la entidad responsable, en deficiencia por las causas siempre expuestas para justificar los problemas internos y administrativos en Cuba.
Según Díaz Muñiz, el ciudadano que promovió el revuelo ha sido invitado a participar de las reuniones del Consejo de Administración Municipal y ha quedado complacido.
¿Entrar a una reunión solucionará el problema? ¿Realemente quedó satisfecho? ¿Por qué no hubo un documento que evidenciara tal conformidad? ¿Por qué no ha vuelto Blanchet a la redacción?
Ante la polémica, como suele suceder, quedan más preguntas que respuestas, y en el plano concreto, la realidad sigue siendo tristemente la misma.
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