Una cubanoamericana, Mirtza Ocana, de 39 años, ha acaparado la atención pública después de declararse culpable por cargos de contrabando de efectivo y conspiración. Ocana fue detenida en febrero de 2024 cuando intentaba ingresar más de 100,000 dólares a Estados Unidos, provenientes de Cuba, sin declarar la cantidad ante las autoridades.
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Un Crimen Recurrente y Organizado al Descubierto
Desde junio de 2023, Ocana había estado involucrada en actividades de contrabando, realizando hasta 45 viajes entre Cuba y Estados Unidos. En estos viajes, escondía grandes cantidades de dinero en su equipaje y en su ropa. Durante su último intento, fue interceptada en el aeropuerto con 31,000 dólares ocultos en su maleta y 71,300 dólares más en su vestimenta.
Lo más sorprendente es que este no fue un incidente aislado; Ocana había establecido un patrón, viajando a Cuba dos o tres veces al mes. Por cada viaje, se le pagaba entre 1,000 y 2,500 dólares. Estos datos fueron confirmados por los registros de entradas y salidas, lo que evidenció la magnitud de sus operaciones.
La Investigación y Posibles Consecuencias para Ocana
El caso ha sido asumido por la agencia Homeland Security Investigations (HSI), encargada de investigar crímenes complejos, como el contrabando de dinero. Michael J. Buchanan, fiscal auxiliar de Estados Unidos, lidera la acusación en su contra.
Aunque la sentencia definitiva no ha sido dictada, Ocana enfrenta hasta cinco años de prisión por cada uno de los cargos, lo que podría significar un largo periodo tras las rejas.
Una Red Internacional en el Punto de Mira
Este caso no solo resalta las actividades ilegales de una sola persona, sino que también podría indicar la existencia de una red más amplia de contrabando de dinero entre Cuba y Estados Unidos.
Según fuentes vinculadas al Departamento de Justicia, es muy probable que haya habido cooperación entre funcionarios de ambos países, lo que abre la posibilidad de que este caso sea solo la punta del iceberg en una investigación más profunda y compleja.
La situación de Ocana ahora depende de la justicia estadounidense, pero su caso ya ha dejado al descubierto la fragilidad de las fronteras y los riesgos inherentes al tráfico ilegal de dinero entre dos naciones con tensas relaciones políticas y económicas.
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