La crisis del agua en Cuba se ha convertido en un tema central de preocupación para millones de ciudadanos, especialmente en la capital, La Habana, donde el abastecimiento del vital líquido es una problemática cotidiana.
A pesar de los esfuerzos del gobierno cubano por mejorar la infraestructura hidráulica, con inversiones millonarias y proyectos en marcha, la escasez de agua persiste en muchas regiones del país. ¿Por qué las grandes inversiones no están logrando resolver la crisis hídrica de la isla? En este artículo, analizamos las causas subyacentes de esta situación y las medidas que aún están por tomar.
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La situación hídrica en Cuba: Datos alarmantes
En 2024, el país reportó un acumulado de precipitación de 1,289 milímetros, lo que representó el 97% de la media histórica. Sin embargo, este dato, que podría parecer positivo a simple vista, esconde un panorama de sequía prolongada que afecta a varios municipios cubanos.
En total, 33 municipios fueron catalogados como “secos”, mientras que 15 presentaron comportamientos moderadamente secos. Estas cifras, unidas a las sequías previas, han dejado una huella profunda en los recursos hídricos de la isla.
Uno de los indicadores más preocupantes es el descenso de los niveles de los embalses, con una reducción de 285 millones de metros cúbicos. Las provincias de Sancti Spíritus, Camagüey y Granma han sido las más afectadas, enfrentando una crisis que se suma a la falta de infraestructura para la gestión del agua.
El rol de las inversiones en infraestructura hidráulica
El gobierno cubano ha dedicado importantes recursos a la construcción y renovación de infraestructuras hidráulicas. Actualmente, se están ejecutando 241 kilómetros de redes de abastecimiento de agua y 64 kilómetros destinados al saneamiento.
Además, se han realizado 585 obras de infraestructura, incluidas 337 estaciones de bombeo y 18 programas de pozos. A pesar de estos esfuerzos, la pregunta persiste: ¿están siendo suficientes para resolver la crisis?
Una de las principales críticas radica en la lentitud de la ejecución de estas obras y en la falta de resultados tangibles en muchas zonas del país. En particular, el avance en áreas como el cambio de la matriz energética y la resolución de zonas de inundación parece no ser lo suficientemente rápido para contrarrestar la creciente demanda de agua potable.
El caso de La Habana: ¿Por qué sigue sin haber solución?
La situación en La Habana es especialmente crítica, donde la escasez de agua afecta a millones de personas. Aunque el gobierno ha avanzado con proyectos como el primer tramo de la Conductora Marino Palatino, el abastecimiento de agua sigue siendo un desafío. La infraestructura existente no parece ser capaz de cubrir las necesidades actuales de la población, lo que ha generado tensiones y frustración entre los residentes.
A pesar de las inversiones, las autoridades locales no han logrado garantizar un suministro de agua constante y suficiente para toda la capital. Esto se debe a varios factores, entre ellos, la insuficiencia de los sistemas de distribución, los problemas de mantenimiento y la falta de nuevas fuentes de agua para abastecer a la ciudad.
¿Por qué no funcionan las soluciones actuales?
Las soluciones propuestas hasta ahora parecen estar desbordadas por la magnitud del problema. Aunque las inversiones son necesarias, no abordan completamente las raíces de la crisis. La infraestructura hidráulica en Cuba se enfrenta a varios retos: el envejecimiento de los sistemas existentes, la falta de recursos técnicos y financieros para su mantenimiento y la escasez crónica de recursos hídricos en muchas zonas.
Además, la dependencia de la lluvia para llenar los embalses no es una solución sostenible a largo plazo. Las condiciones meteorológicas extremas, como las sequías y los huracanes, afectan gravemente la disponibilidad de agua, lo que hace que la situación sea aún más difícil de controlar.
¿Qué soluciones a largo plazo se necesitan?
Para resolver de manera efectiva la crisis del agua en Cuba, es necesario un enfoque más integral que incluya la mejora en la gestión del agua, la modernización de las infraestructuras y la búsqueda de fuentes alternativas de agua, como la desalación.
Es fundamental también acelerar la ejecución de las obras de infraestructura y garantizar su mantenimiento a largo plazo. Sin estas medidas, las inversiones millonarias seguirán siendo insuficientes para garantizar el acceso al agua en el futuro.
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