En medio de una creciente crisis energética, las autoridades cubanas han sugerido a la población adquirir sistemas solares fotovoltaicos, una propuesta que ha generado reacciones encontradas entre los ciudadanos. ¿Es esta la solución ideal para enfrentar los constantes apagones en la isla o una muestra más de la desconexión entre las necesidades de los ciudadanos y la realidad económica del país?
Alfredo López Valdés, director de la Unión Eléctrica de Cuba (UNE), destacó en una comparecencia televisiva que la compra de paneles solares por parte de los ciudadanos sería una alternativa más eficiente que adquirir plantas eléctricas convencionales.
Según sus declaraciones, estos sistemas permitirían a las familias generar su propia electricidad y reducir la carga sobre la red eléctrica estatal, especialmente en un contexto donde la electricidad sigue subsidiada por el Estado.
Sin embargo, esta iniciativa no se alinea con las posibilidades económicas de la mayoría de los cubanos. A pesar de los intentos oficiales por presentar la medida como un alivio, las críticas no se hicieron esperar.
Muchos ciudadanos señalaron en redes sociales que los altos costos de estos sistemas los hacen inaccesibles para el público general, que apenas puede cubrir sus necesidades básicas.
La empresa COPEXTEL, encargada de la comercialización de paneles solares en La Habana, ha reportado tiempos de espera de hasta cinco meses para recibir estos sistemas, los cuales son importados desde China.
Estos paneles, que funcionan únicamente bajo la luz solar sin baterías de respaldo, se han convertido en un lujo. En 2022, familias de alto consumo llegaron a invertir medio millón de pesos cubanos en su adquisición. Además, en plataformas en línea, los kits solares se venden en divisas extranjeras, con precios que oscilan entre 400 y 800 USD.
Las declaraciones del directivo de la UNE generaron un fuerte rechazo. En redes sociales, los ciudadanos criticaron la sugerencia como una solución elitista, imposible de adoptar para la mayoría.
Como respuesta a la controversia, la UNE intentó desmentir las afirmaciones en sus redes, acusando a los medios independientes de manipular la información y fomentando una narrativa que calificaron como “terrorismo mediático”.
Mientras tanto, el gobierno ha tomado medidas más drásticas para reducir el consumo energético, como la suspensión de clases y eventos culturales. Sin embargo, estas acciones no parecen resolver los problemas de fondo.
La exhortación del gobierno para que los ciudadanos compren paneles solares refleja un esfuerzo por reducir la dependencia de la red eléctrica nacional, pero también expone la falta de opciones reales para la mayoría de la población.
Con costos prohibitivos y tiempos de espera prolongados, la energía solar sigue siendo una opción limitada a aquellos con mayores recursos, dejando al resto del país en la incertidumbre sobre cómo enfrentar la crisis energética en el corto plazo.
En última instancia, esta situación plantea una pregunta importante: ¿Qué alternativas realistas tiene la ciudadanía cubana para enfrentar los desafíos energéticos en un entorno económico tan precario?
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