
Vivir en Cuba en 2025 se ha convertido en un ejercicio constante de supervivencia económica. Mientras los salarios oficiales se mueven en cifras que, sobre el papel, parecen haber aumentado en los últimos años, los precios reales de los alimentos, los servicios y los productos básicos avanzan mucho más rápido que los ingresos de la mayoría de las familias.
En la práctica, para un cubano promedio, llegar a fin de mes implica combinar varias fuentes de ingreso, recurrir al mercado informal, recibir ayuda del exterior o renunciar a necesidades que en otros países se consideran básicas. Lo que antes podía cubrirse con el salario estatal, hoy exige cálculos diarios, decisiones difíciles y un nivel de planificación que deja poco espacio para el margen de error.
Este artículo busca responder una pregunta concreta: ¿Cuánto cuesta realmente vivir un mes en Cuba en 2025? Para ello, desglosaremos los principales gastos de una persona y de una familia, revisaremos cómo han cambiado los precios, analizaremos el papel de las divisas y las remesas, y veremos hasta qué punto el salario que se paga en la isla alcanza —o no— para sostener la vida cotidiana.
Indice
Comprender el costo real de vivir en Cuba en 2025 requiere analizar primero el entorno económico en el que se mueve la población. El país atraviesa uno de los periodos más complejos de las últimas décadas, marcado por una inflación persistente, una fuerte devaluación del peso cubano y una creciente dependencia de las divisas extranjeras.
Durante los últimos años, los precios de los alimentos, los productos básicos y los servicios han aumentado con una velocidad que supera ampliamente la capacidad de respuesta de los salarios estatales. La inflación acumulada afecta tanto a los mercados regulados como a los espacios de oferta y demanda, donde los precios fluctúan según la disponibilidad y la presión del mercado informal.
Esta dinámica ha erosionado de manera significativa el poder adquisitivo de la mayoría de los trabajadores. Comprar lo esencial para un mes implica destinar varias veces el salario medio nacional, lo que obliga a la población a depender de ingresos alternativos o de ayuda del exterior.
Aunque el salario promedio ha experimentado aumentos formales en algunos sectores, estos incrementos resultan insuficientes frente al ritmo de los precios. El trabajador estatal enfrenta una brecha cada vez mayor entre lo que gana y lo que necesita para cubrir gastos básicos como alimentación, transporte, electricidad o aseo personal.
En muchos hogares, los salarios se han convertido en un complemento, no en la fuente principal de subsistencia. La economía cotidiana se sostiene mediante actividades por cuenta propia, pequeños negocios informales, ventas ocasionales o cualquier alternativa que permita compensar la insuficiencia del ingreso oficial.
El peso cubano continúa perdiendo valor en el mercado informal, donde se realiza la mayoría de las transacciones reales del país. Esta devaluación impacta de manera directa en los precios de los productos que dependen de la importación o que se venden en divisas, lo cual abarca desde alimentos hasta productos de higiene, medicinas o tecnología.
El acceso a la Moneda Libremente Convertible (MLC) es limitado para quienes no reciben remesas o ingresos externos, por lo que una parte importante de la población queda obligada a comprar estos productos a través de revendedores o plataformas alternativas, con márgenes todavía más altos.
La producción nacional no logra cubrir la demanda interna, lo que obliga a importar gran parte de los bienes esenciales. Esta situación genera desabastecimiento crónico en los mercados estatales, donde la disponibilidad es irregular y las cantidades son limitadas.
En consecuencia, el mercado informal se ha convertido en el espacio donde se consigue la mayor parte de los productos cotidianos, a precios superiores y con cambios constantes. Esta informalidad obliga a los consumidores a pagar más y a dedicar tiempo adicional a la búsqueda de lo que necesitan.
Calcular el costo real de un mes en Cuba exige separar los gastos básicos, estimar su valor actualizado y compararlo con los ingresos promedio. Aunque las cifras exactas varían según la provincia, la disponibilidad de productos y el acceso a divisas, es posible establecer un estimado que refleje la situación del cubano promedio.
A continuación se presenta una aproximación organizada para una persona sola y para una familia de dos adultos, basada en precios habituales en mercados estatales, tiendas en divisas, plataformas digitales y el mercado informal.
A continuación, un promedio de lo que necesita una persona para cubrir sus gastos mínimos durante un mes:
Total aproximado de alimentación: 22 000 – 32 000 CUP.
Costo estimado: 1 000 – 4 000 CUP según desplazamiento.
Entre 28 000 y 47 000 CUP, dependiendo del acceso a divisas, la provincia y la disponibilidad de productos.
Los gastos no se duplican exactamente, ya que algunos rubros se comparten, pero sí aumentan de manera considerable.
Entre 52 000 y 82 000 CUP.
El costo mensual en Cuba no depende únicamente de la inflación general. Existen sectores específicos donde los precios han aumentado de manera acelerada o donde la escasez obliga a pagar valores muy superiores a lo que permitiría un salario estatal. A continuación se analizan los rubros que más afectan el presupuesto de los hogares.
El costo de la comida es, con diferencia, la carga económica más fuerte para cualquier cubano. La combinación de baja producción nacional, falta de insumos, dependencia de importaciones y volatilidad del mercado informal provoca que los precios cambien constantemente.
Este rubro por sí solo puede absorber más del 60 % del ingreso de una persona.
Aunque la mayoría de los cubanos no paga alquiler porque vive en vivienda propia o familiar, mantener el hogar operativo genera gastos constantes.
El consumo eléctrico se ha vuelto un gasto sensible, especialmente por el uso de refrigeradores, cocinas eléctricas y ventiladores. Los altos precios por tramos de consumo obligan a muchas familias a restringir el uso de electrodomésticos esenciales.
Aunque el servicio suele ser económico, en muchos hogares es irregular, lo que obliga a pagar pipas de abastecimiento o sistemas alternativos cuando hay interrupciones prolongadas.
Moverse dentro de la ciudad o entre provincias se ha vuelto uno de los mayores desafíos.
Este rubro impacta especialmente a trabajadores que deben desplazarse todos los días.
El acceso a internet es otro gasto que no puede evitarse. La conectividad a través de datos móviles y la necesidad de recargar constantemente representan una carga mensual importante.
Muchos productos de higiene y limpieza se venden a precios muy superiores a los salarios mensuales.
Estos artículos, aunque no son alimentos, representan un gasto fijo que no se puede posponer.
A pesar de que la salud es oficialmente gratuita, en la práctica es común tener que comprar medicamentos fuera del sistema estatal.
Comprar un par de zapatos, una muda de ropa o incluso utensilios de cocina puede representar un gasto muy alto.
Aunque no sean compras frecuentes, cuando surgen son un golpe significativo al presupuesto mensual.
El costo de vida en Cuba en 2025 no puede entenderse únicamente a partir de los precios. La estructura económica del país ha generado una profunda desigualdad entre quienes tienen acceso a divisas y quienes dependen únicamente del salario estatal. Esta brecha determina el tipo de alimentos que se pueden comprar, el acceso a productos básicos y, en muchos casos, la posibilidad misma de cubrir las necesidades esenciales del mes.
La creciente dolarización informal de la economía ha dividido a la población en dos grupos:
Estas personas tienen acceso a divisas para comprar en plataformas digitales, tiendas que operan en MLC o a revendedores con precios más estables. Para ellas, aunque el costo de vida sigue siendo alto, las opciones son más amplias y la disponibilidad de productos es mayor.
Este sector enfrenta los mayores desafíos. Sin acceso a divisas, deben recurrir casi exclusivamente a mercados de oferta y demanda, donde los precios están influidos por el valor del dólar en el mercado informal. Para muchos, cubrir la canasta básica se vuelve prácticamente imposible sin apoyo externo o ingresos alternativos.
La diferencia entre ambos grupos se refleja en la calidad y frecuencia de los alimentos que consumen, en el acceso a medicinas o productos de higiene, y en la capacidad para asumir gastos imprevistos.
La escasez en los mercados estatales ha fortalecido al mercado informal, que se ha convertido en el espacio donde la mayoría de los cubanos encuentra productos que no aparecen de manera estable en tiendas oficiales.
La volatilidad de este mercado obliga a los consumidores a dedicar tiempo constante a buscar mejor precio, comparar ofertas y aprovechar oportunidades antes de que desaparezcan.
Las remesas enviadas desde el exterior se han convertido en la fuente principal de sustento para una gran parte de las familias en la isla.
En muchos casos, el monto recibido del exterior representa varias veces el salario mensual de un trabajador estatal, lo que marca una diferencia clara entre quienes pueden sostener un nivel de vida más estable y quienes no.
La crisis económica afecta a todo el país, pero el impacto no es igual en todas las provincias.
Estas diferencias hacen que el costo real de la vida pueda variar considerablemente entre territorios, incluso para familias con características similares.
Cada hogar desarrolla su propio sistema para sobrevivir al desbalance entre ingresos y gastos.
Entre las estrategias más comunes se encuentran:
Esta adaptación continua demuestra la capacidad de resiliencia de la población, pero también confirma que la economía cotidiana depende más de estrategias informales que del salario estatal.
Vivir un mes en Cuba en 2025 implica enfrentar una realidad económica marcada por altos precios, salarios insuficientes y una dependencia creciente del mercado informal y de las divisas. Los números muestran con claridad que el salario estatal dejó de ser una base sólida para sostener la vida cotidiana. El costo de la alimentación, el transporte, la electricidad, el aseo y la conectividad supera con creces los ingresos oficiales, generando una brecha que la mayoría solo logra cubrir mediante remesas, actividades adicionales o estrategias informales de subsistencia.
El impacto del costo de vida no se limita a lo económico. Se refleja en la calidad de la alimentación, en la capacidad para acceder a medicinas, en las decisiones diarias que obligan a elegir entre prioridades básicas y en una carga emocional permanente para millones de personas. Esta dinámica ha transformado profundamente la manera en que se organiza la vida en los hogares cubanos.
El análisis del costo mensual para una persona y para una familia demuestra que la economía doméstica depende más de múltiples entradas informales que del salario que paga el Estado. Mientras los precios siguen subiendo y la disponibilidad de productos continúa siendo irregular, la población adapta su vida a un sistema donde la planificación, el ahorro extremo y la dependencia de la ayuda exterior se han convertido en elementos esenciales para sobrevivir.
Entender el costo real de vivir en Cuba hoy permite dimensionar no solo la crisis económica actual, sino también las condiciones reales en las que se sostiene la vida diaria dentro de la isla. Es una fotografía clara de un país donde la economía del hogar requiere esfuerzo constante, creatividad y una capacidad de adaptación que se renueva cada mes.
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