La crisis de abastecimiento en Cuba se agudiza en Santiago de Cuba, donde la paralización del molino local por falta de trigo ha provocado una seria escasez de harina, impactando directamente la producción y distribución del pan normado, un alimento básico para la población.
Según informó Manuel Iranzo Morales, director de la Molinera Santiago de Cuba, la industria encargada de transformar el trigo en harina se encuentra detenida debido a la falta del cereal. Durante este periodo, la planta ha optado por ejecutar labores de mantenimiento, aunque esto no resuelve el problema de fondo: la dependencia total del insumo importado para mantener la producción estable.
Mientras tanto, y en medio de una severa crisis de combustible, la harina necesaria para mantener la entrega del pan normado está siendo transportada desde La Habana. Así lo explicó Jorge Luis Arce Ferrer, director de la Empresa Provincial de la Industria Alimentaria, quien detalló que la distribución se organiza de forma rotativa entre los municipios, lo que ha convertido el acceso al pan en un lujo esporádico.
Rotativo es que hoy le damos a Santiago con la primera rata, mañana le damos a otro municipio con la siguiente.
declaró Arce Ferrer, asegurando que el pan se entrega al 100 % de la población del municipio asignado y no solo a menores de edad, como circulaba en rumores.
El gobernador provincial, Manuel Falcón Hernández, anunció que cada lunes se ofrecerá una actualización oficial sobre la distribución de la canasta familiar normada, aunque reconoció que no existen soluciones inmediatas para revertir la crisis.
El panorama no es exclusivo de Santiago. En provincias como Cienfuegos se reparte pan con mal sabor, elaborado con harina envejecida; en Camagüey, la distribución se ha detenido completamente; y en Guantánamo, el producto se limita únicamente a personas vulnerables, como ancianos, embarazadas o niños pequeños.
En Santiago de Cuba, las panaderías estatales trabajan a menos de la mitad de su capacidad. Las colas se extienden por horas y, aún así, no hay garantía de adquirir el producto. Además, muchos ciudadanos se quejan de la mala calidad del pan entregado.
Con las autoridades locales reconociendo que no hay solución a corto plazo, la población se enfrenta a una creciente incertidumbre que pone en riesgo su ya frágil seguridad alimentaria.
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