El tema de la COVID-19 ha desaparecido del foco mediático cubano como por arte de magia, así como se ve muy discretamente el del Oropouche –con el fin de no levantar las alarmas y poner sobre relieve las debilidades del sistema sanitario de la Isla para tratar a los enfermos–. Pero estas enfermedades siguen siendo centro de atención en otros sistemas de salud del mundo.
En México, desde este martes, comenzó la campaña nacional de vacunación contra el virus SARS-COV-2 causante de la COVID-19.
Para prevenir y tratar la enfermedad, las autoridades médicas mexicanas informaron que emplearán dos vacunas: la cubana Abdala, producida por el Centro de Ingeniería Genética y Biotecnología del Ministerio de Salud Pública de Cuba; y la vacuna rusa Sputnik V, desarrollada por el Centro Nacional Gamaleya de Epidemiología y Microbiología de Rusia.
Sin embargo, la decisión ha causado cierta polémica dentro de la comunidad científica internacional y dentro de la propia ciudadanía de México. ¿Por qué? En este artículo de D-Cuba te lo contamos.
La razón fundamental se encuentra en que ninguno de los dos fármacos ha sido avalado por la Organización Mundial de la Salud (OMS). Este aval de la OMS se obtiene cuando la vacuna integra la Lista de Uso de Emergencia (EUL, por sus siglas en inglés).
Para ello, el medicamento propuesto debe cumplir con estándares de eficacia y seguridad evaluados a partir de los resultados expuestos en las pruebas clínicas realizadas por los laboratorios participantes.
La OMS hasta el momento considera insuficiente la evidencia científica ofrecida sobre ambas vacunas como para recomendarlas en su EUL. En el caso de Abdala, por la escasa evidencia de su eficiencia frente a la variante Ómicron del virus. ¿Esto significa que no podrán ser suministradas?
No. Solamente no cuentan con el aval de la OMS, lo que indiscutiblemente frena su proceso de comercialización en el mundo y su aplicación en personas expuestas al virus.
Ante la negativa de la OMS, los gobiernos de Rusia y Cuba argumentan que tras la decisión hay un interés político de aislar las soluciones biofarmacéuticas de ambos países, en el contexto del bloqueo económico a la Mayor de las Antillas y las sanciones a Rusia por la guerra con Ucrania.
Pero no solo la OMS muestra una negativa, también las personas en México. Esta no será la primera vez que se utiliza Abdala en el país azteca, y las experiencias anteriores revelan una resistencia por parte de la población a ser vacunada con el fármaco cubano.
El Quinto Informe de Gobierno del Ejecutivo mexicano reveló que entre el 1 de septiembre de 2022 y el 6 de junio de 2023 llegaron a México nueve millones de dosis, se distribuyeron poco más de tres millones de ellas, y solo llegaron a aplicarse 114 000, fundamentalmente en los estados de Jalisco, Veracruz y Ciudad de México.
No obstante, el secretario de Salud de México, David Kershenobich, evaluó recientemente a ambas vacunas como “seguras, eficaces y de calidad”. Además, subrayó que, aunque las cepas del SARS-COV-2 cambien, la OMS y la comunidad científica internacional sugieren el empleo de fármacos, aún sean de los desarrollados en las fases iniciales de la pandemia.
¿Qué sucederá en este invierno mexicano con Abdala? ¿Tendrá mejor aceptación tras la nueva estrategia de gobierno? En pocos meses conoceremos los resultados.
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