Ya no se puede hablar de días, ni de meses, sino de años. Desde hace un buen tiempo la casa de Dios no es lugar seguro para sus más fieles seguidores: el personal religioso y asistentes más asiduos. Los robos y actos vandálicos, así como la poca resolución policial de los delitos han creado un ambiente de desprotección para los hombres y mujeres de fe en la Isla.
El más reciente acto delictivo de esta índole sucedió el fin de semana que recién pasó, en la Parroquia del Sagrado Corazón de Jesún, ubicada en la calle Línea del Vedado habanero, uno de los enclaves más concurridos de la ciudad capital.
A plena luz del día, un hombre se trepó en la elevada puerta de entrada de la institución religiosa con el fin de llevarse las lámparas de luz fría que allí se encontraban para garantizar un poco la iluminación de los alrededores en las noches, ante las deficiencias del alumbrado público.
El sacerdote cubano Léster Rafael Zayas Díaz denunció desde su perfil de Facebook este cruel acto contra una institución que busca enriquecer el espíritu de las personas, en medio de tanta miseria económica y social. No obstante, lanzó algunas reflexiones en torno al sujeto que perpetró el robo:
“¿En qué situación tan terrible ha de estar una persona para a plena tres de la tarde verse impelido a saltar a saltar dos muros y trepar varios metros para robar unos tubos de luz fría exponiéndose a ser atrapado y quién sabe si dispuesto a hacer lo que sea por tal de conseguir lo que busca?”.
El ladrón, en su tropeloso esfuerzo, ni siquiera pudo llevarse todas las lámparas. Con lo borrascoso del camino muchas se le cayeron y las dejó allí, vueltas pedazos de vidrio inútil tirados contra el suelo.
Toda una escena deplorable que sucedió frente a un grupo de niños y catequistas, quienes quedaron estupefactos con lo que sus inocentes ojos veían.
El sujeto, no parecía estar bien de la cabeza y su aspecto era el de alguien con varios días sin bañar. ¡Cuánta tristeza habita en nuestra realidad nacional!
sentenció Zayas.
Lo peor es que este no es un hecho aislado. Hace apenas dos meses un reportaje investigativo de la Red Global de Televisión, Radio y Noticias Católicas, afiliada al Vaticano, detectó que entre marzo de 2023 y junio de 2024 se habían desarrollado más de 50 actos de vandalismo y/o robo en las iglesias cubanas. A razón de una iglesia ultrajada cada 9 días.
Según los datos disponibles hasta el momento, el mayor número de estos sucesos se dan en las Iglesias de La Habana, aunque el resto de las provincias no quedan para nada exentas del crimen.
De las instituciones religiosas se han llevado ventiladores, lámparas, hornos microondas, cocinas de gas, ropas de cama, útiles de aseo personal, y hasta una lavadora que se utilizaba para ayudar a las personas en estado de vulnerabilidad económica. Incluso, las escasas sumas de dinero recopiladas como ofrendas en las alcancías parroquiales.
El dinero y los bienes sustraídos nunca han aparecido, y en poquísimas ocasiones uno de estos casos ha tenido resolución policial con la detención del ladrón. El personal religioso cubano, consciente de la existencia de una crisis económica que motiva al robo y la delincuencia, empieza a preguntarse si están solos contra el crimen.
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