El pollo, uno de los productos esenciales de la canasta básica en Cuba, ha sido nuevamente motivo de controversia tras el anuncio de las autoridades sobre una nueva reducción en su distribución. Los consumidores cubanos ahora recibirán únicamente 345 gramos de pollo por persona en las bodegas a través de la libreta de racionamiento, una cifra equivalente a una pechuga mediana o dos muslos pequeños.
Esta porción, ínfima para cubrir las necesidades alimentarias de un mes, ha generado indignación en la población y expuesto las crecientes dificultades que enfrenta el país para garantizar la seguridad alimentaria.
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Los reportes indican que el barco cargado con pollo, esperado por semanas, no cubre las expectativas de abastecimiento. La ciudad de Santiago de Cuba ofrece una ligera ventaja, distribuyendo una libra por persona, mientras que el resto de los municipios debe conformarse con 345 gramos.
Sin embargo, la precisión en el peso de las porciones se ve obstaculizada por la falta de balanzas digitales, generando preocupaciones sobre el margen de error al pesar las piezas, que además se entregan congeladas y con agua en forma de hielo.
A la crisis del pollo se suma la falta de productos esenciales como café, azúcar, aceite y pasta dental. Las entregas de aceite, aunque esporádicas, no cubren las necesidades de la población. Como consecuencia, muchos productos se comercializan ilegalmente en el mercado negro, fomentando una economía paralela que agrava aún más el descontento de los ciudadanos.
Las dificultades de higiene también se hacen sentir, ya que la distribución de jabón ha sido limitada, dejando a gran parte de la población sin acceso a estos bienes esenciales.
La producción de leche enfrenta serios obstáculos debido a robos y sacrificios ilegales de ganado, lo que afecta la entrega de leche a los niños, especialmente a aquellos con enfermedades crónicas. Las familias dependen cada vez más de la leche en polvo, pero esta solo cubre 10 días del mes.
La escasez de soya también ha reducido las vueltas de distribución de yogur, perjudicando a los niños en edad escolar. En lugar de las 12 vueltas previstas, solo se han realizado cuatro, generando inseguridad alimentaria entre miles de familias.
Las autoridades han intentado contrarrestar la crisis mediante controles más estrictos y sanciones a quienes violan los precios regulados. En una semana se han impuesto más de 1,100 multas y cerrado varios comercios ilegales.
Sin embargo, la venta clandestina de productos como el arroz y la pasta dental continúa siendo un problema significativo, demostrando las limitaciones en la aplicación de las normas.
La reducción en la ración de pollo es un reflejo de la profunda crisis económica y alimentaria que vive Cuba. Cada vez es más evidente que las soluciones implementadas son insuficientes para cubrir las necesidades básicas de la población.
Con un mercado paralelo en crecimiento y productos esenciales escaseando en las bodegas, los ciudadanos se enfrentan a una lucha diaria por la supervivencia. La situación plantea una pregunta preocupante: ¿Cuánto más podrán resistir los cubanos bajo estas condiciones?
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