Ruidos abrumadores, presión, vértigo y migrañas por entre 20 segundos y 30 minutos, son algunos de los síntomas que experimentaron diplomáticos de las Embajadas de Canadá y Estados Unidos a finales de 2016, suceso que dio pie a lo que se conocería posteriormente como síndrome de La Habana.
Estos síntomas, declarados inicialmente por los funcionarios de las mencionadas sedes diplomáticas en La Habana, provocaron que el entonces presidente estadounidense Donald Trump declarara que Cuba había preparado estos ataques de naturaleza no identificada, y cuyas consecuencias sufrían algunos de los diplomáticos, como consecuencia, se redujo significativamente el número de funcionarios de la sede diplomática estadounidense en la capital cubana.
Pero el evento tuvo varias réplicas en otros países, incluyendo a China, y esto llevó a cuestionarse si eran autoataques de los Estados Unidos, en sitios que distaban de su ideología, e incluso si podía tratarse de un efecto de histeria colectiva.
Lo cierto es que no pudo identificarse la causa, pero sí algunas consecuencias, como lesiones cerebrales o el caso de un funcionario que asegura que después del ataque debe usar un audífono.
Luego de numerosos estudios, se concluyó que la principal causa sospechosa eran armas de microondas que provocaron este cuadro de desorientación en los afectados.
Hasta mayo de 2021 se habían identificado 130 casos, pero este 2024, la Oficina de Responsabilidad del Gobierno de Estados Unidos ha determinado que, hasta el momento son 334, entre los que se encuentran espías, militares, agentes del FBI, diplomáticos y al menos 15 niños.
El estudio se centra en la etapa de febrero de 2023, hasta junio del 2023, y llama la atención sobre ciertas irregularidades en el tratamiento del caso por parte de las autoridades de los Estados Unidos, como que el número de personas afectadas declaradas es menor al que realmente admite haber sufrido esta sintomatología.
De igual forma, llama la atención sobre los desafíos que enfrentaron estas personas para recibir atención médica en instituciones militares, e incluso a algunos se les negó. Otros fueron remitidos al psicólogo, y a otro grupo se les retiró de su puesto de trabajo.
Por si fuera poco, los pacientes también buscan obtener compensación bajo las leyes federales que benefician a los lesionados en el trabajo, debido a que sus lesiones cerebrales fueron producidas en el cumplimiento del deber.
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