La asunción del cargo por la nueva presidenta de México, Claudia Sheinbaum, este 1ro de octubre, supone un hito, no sólo para México sino para toda la región norteamericana, al ser la primera mujer que lidera un país perteneciente al hemisferio norte de América.
Sheinbaum, de 62 años, científica de formación, se apega a los datos, a la ciencia y a la academia. Posee además una fuerte formación izquierdas, heredada de sus padres que encarnaron desde su juventud múltiples luchas por el progreso en México. Por otra parte, el judía y dirigirá un país católico casi en su totalidad.
Se pronostica que la primera mitad del mandato de Sheinbaum transcurra tranquilamente, pues hasta 2027 no se realizarán controles del Congreso, y en estas últimas elecciones la oposición quedó debilitada.
Y es que el mandato de la presidenta pretende continuar con muchas de las políticas de su antecesor Andrés Manuel López Obrador, que es, por demás, su mentor político.
Se sabe que Claudia Sheinbaum pretende reivindicar los derechos de la mujer, aunque su postura ante la legalización del aborto, es reservada.
De igual forma no ha hablado de manera concisa ante la situación de las madres buscadoras, quienes peinan toda la república en la búsqueda de los más de 115 mil desaparecidos que posee México por los altos problemas de violencia que enfrenta.
Respecto a esto, Sheinbaum mantendrá las políticas de López Obrador se espera que implemente un Sistema Nacional de Inteligencia e Investigación para detectar a los grupos criminales en lugar de confrontarlos.
Extenderá los programas sociales para evitar que los jóvenes caigan en los cárteles y las ayudas a personas vulnerables como madres y ancianos.
En cuanto al panorama internacional, Sheinbaum enfrentará un panorama tenso, heredado en gran parte de la anterior presidencia.
En primer lugar, deberá mantener un equilibrio entre la soberanía y las buenas relaciones con Estados Unidos, su colindante al norte, que es el primer socio comercial de México. Esto dependerá en gran medida de las elecciones presidenciales donde se enfrentan Kamala Harris por el ala demócrata y Donald Trump por parte de los republicanos.
Influirá también en la relación con los EEUU las políticas migratorias que tome Sheinbaum, de las cuales también dependerá su relación con las naciones centroamericanas. Aunque López Obrador optó por medidas de contención de migrantes, en gran parte por la presión de Estados Unidos, Sheinbaum podría buscar vías más humanitarias de manejar estas situaciones.
El hecho de que López Obrador no invitase al rey Felipe VI, de España, porque este no envió una carta pidiendo disculpas por la conquista española del siglo XVI, es un problema reciente que cargará Sheinbaum, y que puede condicionar la visión que se tiene de México en España y en el continente europeo en general. En manos de la presidencia está la decisión de mantener la confrontación o buscar la reconciliación pata mantener las relaciones comerciales con España y los vínculos culturales con ella.
Otro de los vínculos comerciales que forjó el expresidente es el establecido con China, el cual Claudia Sheinbaum deberá manera con delicadeza, pues si bien puede significar mayor diversidad, puede poner tensión en las relaciones con la Casa Blanca.
Entre las posturas de la presidenta al mando se encuentra la de encontrar energías más limpias y renovables, que devienen de su formación ambientalista. Su administración podría potenciar la cooperación internacional en materia de cooperación internacional en políticas contra el cambio climático.
Sheinbaum enfrenta numerosos desafíos, no solo en lo interno de México, sino en su posición internacional, por lo cual habrá que seguir de cerca sus seis años de mandatos que ya por su mera llegada están marcados por cambios históricos.
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