El hecho de que el estado estadounidense tenga fronteras terrestres con México y que los miles de migrantes irregulares ingresan a través de él, podría hacernos deducir que ese sería el destino final de los expulsados.
Ante tal suposición, que parece no solo ser nuestra, el gobierno mexicano se anticipó y dijo que no aceptaría “bajo ninguna circunstancia, repatriaciones por parte del Estado de Texas”.
En comunicado oficial del gobierno azteca se condena la entrada en vigor de la ley y reiteró su derecho natural a determinar las propias políticas en materia de ingreso a su territorio.
También en presentación ante medios de prensa el presidente Manuel López Obrador, AMLO, reiteró que Texas no tiene jurisdicción en su país para aplicar ninguna ley.
Ni en Texas ni en México, entonces ¿a dónde irían a parar estas personas afectadas por la legislación?
Por lo pronto Texas no ha anunciado algún destino concreto, pero si México no los recibe, tendrían que implementar vuelos de deportación hacia los países de origen de los migrantes irregulares.
Decirlo es fácil, pero habría que contar con un importante presupuesto para costear todo el proceso lo que nos llevaría a la siguiente interrogante: ¿puede pagarlo Texas?
Otras probables medidas podrían surgir a la luz de la entrada en vigor de la criticada SB 4.
Si una vez el estado envió a miles de migrantes irregulares a las ciudades santuario ¿por qué no hacerlo otra vez si lo que necesita es sacarlos de su territorio?
O quizás podrían habilitar campamentos temporales para la estadía de estas personas hasta tanto encuentren una solución definitiva.
Aún se desconoce la conclusión, mientras tanto la ley seguirá en cortes pues la administración Biden continúa demandando la eliminación de una ley que califica de discriminatoria y racista a todas luces.
Texas es el tercer estado estadounidense que alberga a más inmigrantes indocumentados en el país luego de California y Nevada, una cifra estimada en casi dos millones de personas, de mayoría con procedencia mexicana, según cifras recientes del Centro de Estudios de Inmigración.
Formada en Comunicación Social en la Universidad de La Habana; posteriormente, me sumergí en el fascinante mundo digital, especializándome en Periodismo Digital
