La administración de Donald Trump está considerando la prohibición de la compra de alimentos a través del beneficio del Programa de Asistencia Nutricional Suplementaria (SNAP), también conocido como Food Stamps.
¿Por qué prohibir este tipo de compras? ¿Cómo pudiera esta decisión afectar a los beneficiarios de este programa? Podrás conocer las respuestas a estas y otras interrogantes leyendo este trabajo de D-Cuba.
Según han publicado fuentes oficiales, la propuesta tiene como objetivo eliminar productos como bebidas azucaradas, dulces y alimentos de los denominados chatarras.
Dicha iniciativa ha sido respaldada por algunos funcionarios del gobierno, sin embargo los intentos previos de implementar cambios similares demostraron ser algo complicados, según informan medios oficiales como la agencia AP.
Dentro de los que apoyan esta medida están el secretario de Salud y Servicios Humanos (HHS), Robert F. Kennedy Jr., y la secretaria de Agricultura (USDA) Brooke Rollins.
Kennedy se ha hecho eco de la medida, argumentando que el programa, que cuenta con un presupuesto de casi 113 mil millones de dólares y beneficia a 42 millones de estadounidenses (incluyendo a muchos emigrantes cubanos), debería dejar de permitir la compra de “refrescos y alimentos procesados”.
Ante los medios Kennedy consideró realizar cambios en el programa SNAP y en lo referente al almuerzo en las instituciones escolares.
Dijo además que no debía subsidiarse a las personas para la compra de alimentos perjudiciales para su salud y bienestar.
Mientras, Rollins planteó interrogantes sobre el uso de los impuestos de los contribuyentes para financiar la compra de alimentos poco saludables, sugiriendo que estas son cuestiones a abordar de cara al futuro.
¿Es Fácil Introducir Cambios en Este Programa?
A pesar del respaldo gubernamental, modificar ese sistema no es tan sencillo, pues el SNAP está regulado por la Ley de Alimentos y Nutrición del año 2008, que permite el uso de beneficios para adquirir cualquier tipo de alimento destinado a las personas.
Se exceptúan las compras de alcohol, tabaco y comidas listas para el consumo inmediato, es por ello que para restringir la compra de ciertos productos, sería necesario que el Congreso aprobara una modificación de la ley o que los estados obtuvieran exenciones.
En años precedentes existieron intentos de excluir algunos productos en múltiples estados norteños, sin haber recibido la aprobación requerida independientemente de la administración en el poder.
Otro aspecto a tener en cuenta es que expertos en temas alimentarios han explicado que no existen modelos claros para clasificar los alimentos como buenos o malos.
Relacionado con lo anterior advirtieron que de aplicar esas restricciones podrían ser costosas y difíciles, sin antes garantizar cambios en los hábitos de compra ni en la atención y reducción de problemas de salud como la obesidad.
Quienes están a favor del SNAP argumentan que los beneficiarios no compran más comida chatarra que otros propios estadounidenses de bajos ingresos, y que limitar sus opciones podría socavar su autonomía y dignidad.
En promedio, una persona en el programa recibe 187 dólares al mes, lo que equivale a aproximadamente (6,16 dólares al día), una cantidad que deben gestionar para su alimentación.
El SNAP sigue siendo una posibilidad indispensable en la lucha contra el hambre dentro de EE.UU., trayendo a millones, incluidos muchos cubanos residentes en el país norteño.
Lo que se sabe hasta este momento es que la posibilidad de modificar su funcionamiento enfrenta numerosos desafíos legislativos, administrativos y de opinión pública.
Sin dudas se quedará una interrogante para responder más adelante ¿Podrá la administración Trump llevar a cabo estos cambios? Por lo pronto, tiempo al tiempo y veremos.
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