La situación eléctrica en Cuba ha sido un tema recurrente en los últimos días… meses… años, y el jueves 14 de noviembre no es la excepción. El miércoles, el Sistema Electroenergético Nacional (SEN) experimentó un déficit elevado en su capacidad de generación, justo a las 6:50 p.m., afectando a miles de cubanos que dependen de la electricidad para sus actividades diarias.
Hoy, desde temprano, el SEN mostraba signos de debilidad. A las 07:00 horas, la disponibilidad de generación se situaba en 1730 MW, mientras que la demanda alcanzaba los 2450 MW.
Esto resultó en un déficit inmediato de 592 MW, cifra que se agrava al considerar los 136 MW adicionales que se encontraban fuera de servicio debido a averías en las redes eléctricas, provocadas por el paso del Huracán Rafael. Las provincias más afectadas fueron Pinar del Río, Artemisa, La Habana y Mayabeque, donde las averías sumaron un total de 175 MW.
Ya desde el día anterior, la situación viene siendo crítica. La máxima afectación se registró con un déficit de 1218 MW justo en el momento de mayor demanda. Este escenario refleja no solo la fragilidad del sistema eléctrico cubano, sino también la falta de infraestructura adecuada para hacer frente a eventos climáticos adversos.
Tanto el huracán Oscar que azotó el oriente cubano, como el huracán Rafael, que batió en el occidente; no solo dejan daños visibles en las infraestructuras, sino que también evidencian las vulnerabilidades del sistema energético.
Las plantas generadoras también enfrentan múltiples problemas. Actualmente, varias unidades están fuera de servicio por averías y mantenimiento.
La unidad 5 de la Central Termoeléctrica (CTE) Mariel, la unidad 4 de CTE Cienfuegos y otras más se encuentran fuera de operación, lo que limita aún más la capacidad de generación térmica del país. En total, las limitaciones en este tipo de generación ascienden a 341 MW.
Además, hay un problema crítico relacionado con el suministro de combustible. Un total de 38 centrales de generación distribuida están fuera de servicio por falta de combustible, lo que representa otros 190 MW perdidos.
La situación se vuelve más compleja con la patana de Santiago de Cuba, que también está inactiva y suma 67 MW adicionales al total afectado por esta causa.
El pronóstico para el horario pico no es alentador. Se estima que la entrada de la unidad 3 de Energas Varadero aporte 30 MW, pero esto es insuficiente frente a una demanda máxima proyectada de 3020 MW.
Con una disponibilidad esperada de solo 1760 MW, el déficit podría alcanzar los 1260 MW, lo que se traduciría en una afectación real estimada en 1330 MW durante las horas críticas.
Este panorama plantea serias preguntas sobre el futuro del sistema eléctrico cubano. Las medidas implementadas hasta ahora parecen ser insuficientes para abordar un problema que se ha vuelto crónico.
Las promesas de modernización y expansión del SEN han sido constantes, pero los resultados han sido escasos y los ciudadanos siguen sufriendo cortes prolongados y una calidad del servicio deficiente.
La situación actual exige no solo una respuesta inmediata para mitigar los efectos del déficit eléctrico, sino también una estrategia a largo plazo que contemple inversiones significativas en infraestructura y tecnología.
Sin un compromiso decidido hacia la mejora del sistema energético, el futuro eléctrico de Cuba seguirá siendo incierto y problemático. ¿Se sentirá realmente la inversión de los 60 millones del préstamo ruso?
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