La cifra es tan impactante como reveladora: Cuba cerró 2024 con apenas 8,025,624 residentes, según un estudio independiente del economista y demógrafo Juan Carlos Albizu-Campos.
Esto representa una caída del 24 % de su población en solo cuatro años, un descenso que el propio autor compara con lo que ocurre en contextos de guerra.
En un país históricamente identificado por su densidad poblacional y capital humano, el fenómeno abre interrogantes profundos sobre el futuro económico, social y político de la isla.
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El estudio, publicado parcialmente en la plataforma científica ResearchGate, combina datos de organismos oficiales con estimaciones propias.
La investigación destaca que las cifras oficiales del gobierno cubano —que sitúan la población en más de 9,7 millones— no reflejan la realidad, ya que excluyen a miles de emigrantes que no van directamente a Estados Unidos.
Albizu-Campos calcula que solo en 2024, más de medio millón de cubanos (545.011) abandonaron la isla, el doble de lo que reconoce la Oficina Nacional de Estadística e Información (ONEI). Este éxodo silencioso ha erosionado drásticamente el tejido demográfico nacional.
El deterioro sostenido de la economía, la falta de libertades, la escasez de alimentos y medicamentos, la inflación descontrolada y los apagones han generado un entorno de “policrisis cuasi permanente”, como describe el informe.
Ante este panorama, miles de cubanos han optado por abandonar el país, ya sea por rutas legales o informales.
Aunque la atención suele centrarse en quienes emigran a Estados Unidos, muchos también se establecen en países como México, Uruguay, España, Serbia, entre otros.
Albizu-Campos estima que solo el 45,5 % de los emigrantes cubanos en 2024 se dirigieron a EE. UU., lo que evidencia una dispersión migratoria más amplia de lo que se pensaba.
La falta de datos confiables agrava el problema. Cuba no realiza un censo de población desde 2012, y el previsto para 2022 ha sido postergado en múltiples ocasiones por falta de recursos.
Aunque el gobierno ha prometido realizarlo en 2025, hay dudas sobre su ejecución y transparencia.
El estudio advierte que sin información precisa, no es posible diseñar políticas públicas efectivas para atender la creciente crisis demográfica, que ya tiene consecuencias tangibles en el mercado laboral, los servicios sociales y el envejecimiento poblacional.
Para Albizu-Campos, la despoblación no es solo un síntoma, sino un indicador adelantado del colapso estructural de otras áreas del país. La define como “el canario en la mina”: una señal temprana de que algo profundo y estructural está fallando.
Mientras el gobierno minimiza la magnitud del éxodo, los datos revelan una realidad alarmante: una nación que se vacía, que envejece, y que enfrenta desafíos cada vez más difíciles de revertir si no se toman medidas urgentes.
Según el estudio de Albizu-Campos, Cuba perdió aproximadamente 2,5 millones de personas, lo que representa una caída del 24 % de su población entre 2020 y 2024.
Principalmente, el éxodo migratorio masivo impulsado por la crisis económica, la escasez de bienes básicos, la inflación, la inseguridad jurídica y política, y la falta de perspectivas para los jóvenes.
No. El gobierno cubano reporta una población superior a 9,7 millones, pero omite a miles de emigrantes. El estudio considera esas cifras subestimadas e incompletas.
El descenso poblacional reduce la fuerza laboral, aumenta el envejecimiento, presiona los servicios sociales y compromete la viabilidad económica y social de Cuba en el corto y mediano plazo.
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