El expresidente Donald Trump, nuevamente candidato republicano a la presidencia, ha hecho oficial una de sus promesas más polémicas: imponer aranceles a todos los países que comercien con Estados Unidos.
Desde la Casa Blanca, en un acto que él mismo bautizó como el “Día de la Liberación Económica”, Trump aseguró que la medida hará que EE.UU. “vuelva a ser rico”, incluso si desata conflictos con sus socios comerciales más cercanos.
La noticia ha generado una oleada de reacciones internacionales, dejando al descubierto un nuevo capítulo de tensiones en la economía global. Para muchos países, esta política proteccionista representa una amenaza directa a sus exportaciones, especialmente en sectores estratégicos como el acero, los automóviles, la tecnología y los alimentos.
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Según el equipo de Trump, los aranceles serán “recíprocos”, es decir, del mismo nivel que el país de origen impone a productos estadounidenses. Sin embargo, muchos analistas coinciden en que el verdadero objetivo es proteger la industria nacional y presionar a los países a renegociar sus condiciones comerciales con EE.UU.
La medida impacta de inmediato a socios claves como la Unión Europea, México, Canadá, China y Japón, pero también puede extenderse a países del Caribe y América Latina, incluida Cuba, que aunque no tiene comercio directo con EE.UU., podría verse afectada por las distorsiones del mercado internacional.
La Unión Europea ya trabaja en una respuesta estructurada. Francia y Alemania, en coordinación con Bruselas, diseñan una estrategia en dos fases: primero, medidas legales en la OMC y, segundo, aranceles equivalentes sobre productos estadounidenses de alto valor como aviones, whisky y tecnología.
México y Canadá, que ya tuvieron roces con Trump durante su primer mandato, expresaron su “profunda preocupación” ante los aranceles. Ambos países analizan medidas espejo y alertan que esta política podría poner en riesgo tratados como el T-MEC.
Aunque Cuba no tiene relaciones comerciales oficiales con EE.UU. debido al embargo, la economía de la isla podría verse afectada de manera indirecta:
Además, el nuevo escenario internacional podría reducir las oportunidades de comercio con países aliados de Cuba que ahora deben concentrarse en defender sus propios mercados frente a la embestida arancelaria de Washington.
Con este movimiento, Trump refuerza su discurso de “América primero”, posicionando la defensa de la economía estadounidense como prioridad absoluta, incluso a costa de tensiones diplomáticas y retrocesos globales. En sus propias palabras:
“No vamos a seguir dejando que se aprovechen de nosotros. Estados Unidos será rico otra vez.”
Sus seguidores celebran la medida como un acto de soberanía económica. Sus detractores, sin embargo, advierten que estas políticas podrían detonar una guerra comercial prolongada y perjudicial.
Trump anunció que comenzarán a aplicarse de forma escalonada a partir de mayo de 2025, según los sectores y países.
Directamente no, debido al embargo. Pero podrían impactar indirectamente en los precios de productos importados en Cuba y en el envío de remesas.
Sí. Muchos preparan acciones legales ante la OMC y represalias comerciales, como aranceles espejo.
A corto plazo, podría beneficiar a ciertas industrias. Pero también podría provocar inflación y represalias que dañen exportaciones clave.
Depende del sector en el que trabajen. Si se desempeñan en comercio internacional, transporte o manufactura, podrían ver cambios en su entorno laboral.
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