El horizonte energético de Cuba se nubla aún más, a medida que las esperanzas de una rápida recuperación de la termoeléctrica Antonio Guiteras se desvanecen.
Con las reparaciones en la principal planta del país extendiéndose por más tiempo del previsto, los cubanos se preparan para enfrentar un incremento en los apagones, un desafío que amenaza con sumir a la isla en una crisis energética de proporciones desconocidas.
La termoeléctrica Antonio Guiteras, ubicada en Matanzas, es una de las principales fuentes de generación eléctrica en Cuba, y su funcionamiento es crucial para mantener la estabilidad del sistema energético nacional.
Sin embargo, la planta ha sido objeto de constantes averías y paradas técnicas que han reducido significativamente su capacidad operativa. En un comunicado reciente, el Ministerio de Energía y Minas de Cuba confirmó que la actual parada de la Guiteras, iniciada para realizar reparaciones críticas, se extenderá más allá de lo planeado inicialmente, lo que agravará la situación de los apagones en la isla.
Las autoridades cubanas han señalado que la prolongación de las reparaciones se debe a problemas técnicos más complejos de lo esperado.
Las afectaciones podrán oscilar entre 250 y 800 MW, una cifra considerable que pone en riesgo la estabilidad de la red eléctrica del país. Esta situación se ha visto agravada por la avería irresuelta en la planta, que ha impedido su reinicio y, por ende, la reactivación del servicio en los hogares cubanos.
Este escenario ha generado una gran preocupación entre la población, que ya se encuentra acostumbrada a lidiar con cortes de electricidad diarios. No obstante, la extensión de las reparaciones sugiere que los apagones podrían intensificarse, afectando no solo la calidad de vida, sino también sectores clave como la industria y los servicios, que dependen de un suministro eléctrico confiable.
Los apagones no solo afectan la rutina diaria de los cubanos, sino que también tienen un impacto significativo en la economía del país. Con la termoeléctrica Guiteras fuera de servicio por un período indeterminado, se prevé un aumento en la demanda de otros generadores menos eficientes y más costosos, lo que podría llevar a un incremento en los costos de producción y, en consecuencia, en los precios de bienes y servicios.
Además, la incertidumbre sobre la duración de las reparaciones y la falta de un plan claro de contingencia han generado un clima de frustración e impotencia entre la población.
Las redes sociales se han convertido en un espacio de denuncia y queja, donde los cubanos expresan su descontento con la gestión gubernamental y la falta de soluciones efectivas para un problema que parece no tener fin.
Ante este panorama, las autoridades cubanas han indicado que están explorando todas las opciones disponibles para mitigar el impacto de los apagones, incluyendo la posibilidad de importar combustible adicional para alimentar generadores de emergencia.
Sin embargo, la solución a largo plazo requiere una inversión en la modernización de la infraestructura energética del país, algo que parece difícil de alcanzar en el corto plazo debido a las restricciones económicas y al embargo.
La pregunta que muchos se hacen es: ¿hasta cuándo podrá soportar el país esta crisis sin una solución efectiva a la vista?
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