El Caribe y el sureste de Estados Unidos se encuentran en estado de vigilancia debido a una “perturbación tropical” en medio del Atlántico que podría convertirse en depresión tropical este fin de semana, afectando a Cuba, las Bahamas y la región sureste de Estados Unidos.
Este fenómeno ha generado una amplia zona de aguaceros y tormentas desorganizadas en las Antillas Menores, incluyendo Trinidad y Tobago, Barbados, Dominica y Antigua y Barbuda.
De acuerdo al Centro Nacional de Huracanes (NHC, por sus siglas en inglés), las condiciones meteorológicas previstas favorecerán la formación de una depresión tropical mientras el sistema se desplace hacia el oeste-noroeste, abarcando áreas como Cuba, La Española y Puerto Rico.
El NHC ha asignado una probabilidad media (60%) para que esta perturbación evolucione a un sistema ciclónico en los próximos siete días.
El Instituto de Meteorología de Cuba también ha emitido avisos, instando a las autoridades y la población a mantenerse informados y preparados ante cualquier cambio en la trayectoria y evolución del fenómeno meteorológico.
Las aguas del Atlántico, el mar Caribe y el Golfo de México presentan temperaturas anormalmente cálidas, lo que podría reforzar el desarrollo del sistema.
La trayectoria y la intensidad del fenómeno aún son inciertas, pero es fundamental que las zonas potencialmente afectadas se mantengan alertas y sigan las recomendaciones de las autoridades meteorológicas.
La próxima tormenta tropical que se forme recibirá el nombre de Debby. La exactitud de su ruta a través del Caribe determinará cuándo y dónde podría formarse el sistema tropical.
Si la perturbación logra organizarse antes de interactuar con las áreas montañosas de Puerto Rico, La Española y el este de Cuba, es más probable que se fortalezca rápidamente.
Contexto Climático y Temporada de Huracanes
La temporada de huracanes de este año ha sido inusual, con el huracán Beryl alcanzando la categoría 5 a principios de julio, mucho antes de lo habitual. Este huracán impactó varias áreas del Caribe y la Península de Yucatán en México, así como el estado de Texas en Estados Unidos.
El calentamiento de los océanos, una consecuencia directa del cambio climático, está proporcionando el combustible necesario para que los sistemas tropicales aumenten su fuerza a un ritmo vertiginoso. Las condiciones actuales sugieren una temporada de huracanes hiperactiva, exacerbada por la presencia de La Niña y la ausencia de vientos de cizalladura en las capas superiores del Atlántico.
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