En medio de una grave escasez de medicamentos que afecta a millones de cubanos, las autoridades han anunciado la implementación de un nuevo método de venta en las farmacias del país.
Este sistema, basado en un cronograma vinculado a los consultorios médicos, promete reorganizar el acceso a los fármacos, priorizando a los más vulnerables.
Sin embargo, las dudas sobre su efectividad y la capacidad de cubrir las necesidades reales de la población persisten.
Indice
El sistema, implementado inicialmente en Camagüey, establece un cronograma de compra asignado a los consultorios médicos de las diferentes comunidades.
Según las autoridades, esta medida tiene como objetivo garantizar la equidad en la distribución de medicamentos y evitar el acaparamiento.
La venta de medicamentos se llevará a cabo en ciclos, cuya duración varía entre seis y siete días dependiendo del número de consultorios asignados a cada farmacia. Cuando un ciclo termine, se reinicia el cronograma para cubrir nuevamente a todos los consultorios.
Además, cada vez que un nuevo lote de medicamentos llegue a las farmacias, las autoridades locales y los médicos informarán a la comunidad para que los pacientes acudan a comprar según lo estipulado.
Para garantizar el acceso a los medicamentos controlados, los pacientes deben actualizar sus datos en las farmacias correspondientes, presentando su carnet de identidad y su tarjetón.
En caso de urgencias médicas, cualquier persona podrá adquirir el medicamento necesario en las farmacias, siempre que haya disponibilidad.
Este nuevo método surge en un contexto crítico. De los 651 medicamentos esenciales del Cuadro Básico en Cuba, más del 70% se encuentran en falta total o con cobertura insuficiente, según informes oficiales.
A pesar de las donaciones recibidas de países aliados como Rusia, China, Nicaragua y Venezuela, la crisis persiste, obligando a muchos cubanos a recurrir al mercado informal, donde los precios son exorbitantes.
Las limitaciones en la capacidad de distribución de los almacenes nacionales afectan la efectividad del sistema.
Aunque algunos municipios ya han comenzado a aplicar este modelo, su éxito dependerá de la regularidad en los suministros y la capacidad de las farmacias para adaptarse al nuevo cronograma.
Para la población cubana, este método representa tanto una esperanza como un desafío. Por un lado, promete organizar la venta de medicamentos de manera más equitativa, priorizando a los más vulnerables.
Por otro lado, la escasez de fármacos sigue siendo una barrera que genera frustración y descontento.
Las largas filas, la incertidumbre sobre la disponibilidad de medicamentos y la necesidad de adaptarse a un sistema complejo añaden tensión a una crisis ya de por sí agobiante.
Muchos temen que este nuevo sistema, aunque bien intencionado, pueda convertirse en un obstáculo más para acceder a los tratamientos esenciales.
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