La escasez de leche en Cuba, exacerbada por el reciente paso del huracán Rafael, ha llevado al gobierno a implementar una medida inusual: la distribución de sirope a niños de 2 a 6 años en la provincia de Artemisa.
Esta decisión, revelada por el director general de la empresa estatal Lácteos Artemisa, Lázaro Armando Jiménez, refleja la gravedad de la crisis alimentaria que azota al país.
Jiménez explicó que la distribución de leche se ha visto severamente afectada por los prolongados apagones, consecuencia de los daños causados por el huracán.
La empresa, según el directivo, actualmente raciona un litro de leche para dos días, una medida insuficiente para cubrir las necesidades de todos los niños. Ante esta situación, se optó por la producción de un sirope a base de azúcar, asignado por el gobierno, como alternativa para complementar la dieta de los menores.
“Va a empezar a llegar a todos los municipios un nivel de sirope,” aseguró Jiménez, refiriéndose a la distribución del producto en Artemisa, una de las provincias más afectadas por el huracán Rafael, que azotó la isla el 6 de noviembre.
La medida no se limita a los niños: el sirope también se destinará a damnificados alojados en albergues y a otros organismos que trabajan en la recuperación de la provincia.
Esta solución, calificada por muchos como improvisada, no es un hecho aislado en el contexto de la crisis alimentaria cubana. En julio pasado, el Ministerio de la Industria Alimentaria (MINAL) anunció planes para distribuir sirope, junto a otros alimentos, a grupos vulnerables como embarazadas, menores de edad y niños con desnutrición. Incluso, ante la escasez de ingredientes para refrescos gaseados, se ha impulsado la producción de sirope en bolsas para el sector turístico.
La situación se complica aún más por la falta de transparencia en la gestión de recursos. Aunque el activista Manolo De Los Santos, del movimiento The People’s Forum, informó recientemente sobre la donación de varios contenedores de alimentos a Cuba, incluyendo leche en polvo, la distribución efectiva de estos recursos y su impacto en la crisis alimentaria aún es incierto.
La dependencia de soluciones “alternativas” como el sirope para suplir la falta de productos básicos pone en evidencia, no la fragilidad, sino la profunda crisis del sistema de suministro de alimentos en Cuba.
Especialistas advierten sobre las implicaciones nutricionales de reemplazar la leche, esencial para el desarrollo infantil, con un producto alto en azúcares. La medida genera preocupación por las consecuencias a largo plazo en la salud de los niños, especialmente considerando la ya precaria situación nutricional de la población cubana.
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