Durante semanas, el caso del niño cubano Damir ha generado una intensa ola de comentarios y debates en redes sociales. Mientras familiares y usuarios reclamaban por lo que consideraban una atención médica inadecuada, las autoridades sanitarias del país se mantenían en silencio. Hasta ahora.
Un panel de expertos vinculados directamente al seguimiento clínico del menor compareció públicamente para exponer su versión de los hechos, desglosar los tratamientos realizados y responder a las críticas.
La comparecencia dejó frases contundentes y abrió nuevos ángulos en una historia que ha conmocionado a la opinión pública cubana.
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Los médicos participantes, entre ellos directores de los hospitales Juan Manuel Márquez, Instituto de Neurología y Neurocirugía e Instituto de Hematología e Inmunología, explicaron que la demora en responder públicamente estuvo motivada por principios éticos: confidencialidad, beneficencia y no maleficencia.
Según indicaron, el caso involucraba información clínica sensible sobre un menor de edad, lo cual requería un manejo reservado hasta tener certezas diagnósticas.
Damir, de 10 años, fue atendido inicialmente en el hospital pediátrico Juan Manuel Márquez. Allí, según relataron los profesionales, recibió atención multidisciplinaria por parte de más de 20 especialistas de áreas como pediatría, neurocirugía, oncología, hematología, anatomía patológica y psicología.
Los médicos aseguran que se indicó una biopsia necesaria para confirmar un diagnóstico, pero esta no pudo realizarse en ese momento debido a la negativa de la madre. Esta decisión, afirman, habría limitado temporalmente la posibilidad de iniciar un tratamiento específico.
Tras la negativa familiar a continuar con ciertos procedimientos en el primer hospital, Damir fue trasladado al Instituto de Neurología y Neurocirugía, donde —según la exposición médica— se retomaron los estudios y finalmente se obtuvo el consentimiento para realizar la biopsia.
La muestra reveló la presencia de una infiltración compatible con leucemia linfoblástica, hallazgo que luego fue confirmado por estudios hematológicos en conjunto con el Instituto de Hematología e Inmunología.
Con el diagnóstico confirmado, el equipo médico optó por aplicar un esquema de quimioterapia no intensivo (prefase) debido a las condiciones clínicas del menor, quien ya presentaba una infección respiratoria y una situación general delicada.
Los profesionales aseguran que este protocolo se corresponde con los estándares internacionales para enfermedades oncohematológicas de alta proliferación.
Según explicaron, la evolución fue favorable dentro de los márgenes esperados, y el menor fue transferido al Instituto de Hematología para continuar con su tratamiento.
Un punto sensible del debate público ha sido el acceso a medicamentos. Los médicos explicaron que Damir fue uno de los 249 niños en Cuba que reciben fármacos importados de alto costo, como parte de un grupo de 1.454 pacientes priorizados por el sistema de salud.
Aseguran que el niño no careció de ningún medicamento indicado para su patología, y que incluso fue el primer paciente infantil en el país en recibir el tratamiento con Koselugo (selumetinib), fármaco utilizado para el neurofibroma plexiforme.
Uno de los aspectos más contundentes de la comparecencia fue la denuncia del impacto emocional que tuvo el caso en el personal médico. Varios doctores afirmaron haber recibido ataques en redes sociales, incluyendo amenazas a familiares, publicación de direcciones personales y acusaciones de mala praxis sin base clínica.
“No sentimos miedo, pero fue una campaña de presión nunca antes vista”, expresó una de las especialistas. También mencionaron que el entorno hospitalario se vio alterado por el estrés generado en pacientes y trabajadores.
Consultados sobre posibles errores, los médicos indicaron que no cambiarían sus decisiones clínicas. Sin embargo, reconocen que la falta de comprensión entre el personal y la madre del paciente dificultó la evolución del proceso.
No pudimos lograr una comunicación efectiva con la familia, a pesar de los esfuerzos de médicos y psicólogos.
señalaron.
El caso de Damir pone en evidencia la tensión entre el sistema de salud cubano, sus protocolos internos y las percepciones externas alimentadas por redes sociales.
Mientras los médicos insisten en que se actuó correctamente y con total entrega, otros relatos afirman que hubo negligencias, demoras y obstáculos para una atención adecuada o una salida del país.
Esta comparecencia no cierra el caso, pero sí agrega una versión oficial detallada que hasta ahora no había sido presentada públicamente.
Según los especialistas, el diagnóstico fue leucemia linfoblástica con infiltración en el sistema nervioso central, confirmado por biopsia cerebral y estudios hematológicos.
El equipo médico del hospital Juan Manuel Márquez indicó que no pudo realizar la biopsia porque la madre del menor no autorizó el procedimiento en ese momento.
Los médicos aseguran que sí, incluyendo medicamentos importados fuera del cuadro básico nacional, como Koselugo.
Se inició un esquema de quimioterapia no intensiva para reducir la carga tumoral y preparar el cuerpo del menor para un tratamiento más agresivo, si su evolución lo permitía.
Las autoridades afirmaron haber intentado establecer contacto con la institución extranjera para conocer la evolución del paciente, aunque no se ha divulgado si esta comunicación ha sido efectiva.
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