Cuba enfrenta otro día de profunda incertidumbre energética. La situación del Sistema Eléctrico Nacional (SEN) refleja no solo una crisis técnica, sino un cúmulo de problemas estructurales que ponen a prueba la paciencia de la población.
Pero ¿qué tan grave es realmente la situación y por qué se sigue agravando?
Indice
El día comenzó con un SEN incapaz de satisfacer la demanda. Desde temprano, el suministro eléctrico se vio comprometido, y las afectaciones, que iniciaron ayer desde las 5:06 a. m., han continuado durante toda la madrugada de hoy.
El déficit registrado se mantuvo constante, afectando tanto la vida cotidiana como las actividades económicas en el país.
A las 7:00 a. m., el SEN reportó una disponibilidad de apenas 1519 MW frente a una demanda de 2180 MW.
Este desequilibrio ya dejó 766 MW fuera del sistema en horas de la mañana. Sin embargo, el panorama para el horario pico es aún más desalentador.
Unidades clave del sistema están fuera de operación, y no por sorpresa. En avería se encuentran:
Mientras tanto, la mitad del sistema térmico parece estar en mantenimiento:
Estos mantenimientos prolongados dejan en evidencia una planificación deficiente y una incapacidad para responder a las demandas actuales.
A lo anterior se suma la carencia de combustible, que ha dejado fuera de servicio:
En total, esta causa específica representa un déficit adicional de 638 MW, un problema que se repite con alarmante frecuencia.
Para el horario de máxima demanda, la disponibilidad apenas alcanzará los 1559 MW frente a una demanda estimada de 3200 MW.
Esto provocará un déficit de 1711 MW, lo que significará afectaciones severas a nivel nacional, prolongando la crisis eléctrica y sus impactos en la vida diaria.
La situación del SEN no es nueva, y tampoco lo son sus causas. Problemas estructurales, falta de inversión, mala gestión de recursos y una dependencia excesiva de tecnologías obsoletas dibujan un escenario sombrío.
La falta de soluciones sostenibles deja al país en una posición vulnerable, y la población paga el precio de estos fallos repetitivos.
El déficit energético no es solo una cuestión técnica, sino el reflejo de decisiones que no han priorizado la estabilidad del sistema.
Mientras no se implementen soluciones reales, el SEN seguirá siendo un termómetro de la incapacidad para gestionar recursos clave en un contexto de crisis.
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