La reciente Resolución 56/2024 del Ministerio de Comercio Interior (MINCIN) ha encendido las alarmas en el sector privado cubano. Con miles de licencias comerciales en juego, los emprendedores enfrentan un panorama incierto que podría transformar su manera de operar.
¿Cuáles son los verdaderos alcances de esta normativa y qué significará para el futuro económico del país?
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El pasado 5 de diciembre, la publicación en la Gaceta Oficial de la Resolución 56/2024 marcó un antes y un después en el comercio mayorista en Cuba. Esta norma establece que los actores privados deberán operar exclusivamente a través de entidades estatales, restringiendo significativamente su autonomía.
Según el Registro Central Comercial, más de 100 mil licencias comerciales de 3500 actores económicos (mipymes, cooperativas y TCP) se verán afectadas. De ellas, 408 licencias pertenecen a quienes ejercen el comercio mayorista como actividad principal.
Los emprendimientos afectados deberán actualizar sus licencias comerciales para incluir el requisito de operar bajo las nuevas condiciones. Este trámite es obligatorio para garantizar la continuidad de sus operaciones y evitar sanciones.
La normativa también exige que los actores privados participen únicamente a través de entidades estatales en toda la cadena de suministro, desde la importación hasta la distribución.
El sector privado ha importado 900 millones de dólares en bienes hasta el primer semestre de 2024. Este volumen refleja la importancia económica de estas actividades para el país, pero también la magnitud del impacto que tendrán las nuevas disposiciones.
El cierre de licencias secundarias afectará principalmente a mipymes y cooperativas, mientras que las licencias primarias deberán adaptarse a las nuevas reglas, poniendo en riesgo la sostenibilidad de numerosos emprendimientos.
Aunque la Resolución 56/2024 busca ordenar el sector y garantizar el control estatal, también plantea grandes retos para los actores no estatales, que deberán rediseñar sus estrategias operativas.
La dependencia del comercio mayorista privado hacia las entidades estatales genera dudas sobre la eficiencia y accesibilidad de los nuevos mecanismos. Sin embargo, el verdadero desafío radica en lograr un equilibrio entre control estatal y dinamismo privado. La clave será si estas restricciones logran impulsar una economía más eficiente o si, por el contrario, limitan la competitividad y la capacidad de innovación de los emprendedores cubanos.
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