El pasado 10 de junio, Samuel Briggs, Jefe de la patrulla Fronteriza de la Guardia Costera norteamericana, publicaba en la red social X una imagen de un barco pesquero, acompañado de un texto donde se explicaba que un grupo de 11 balseros cubanos habían llegado a Higgs Beach, en las costas de Miami, desde La Habana, en esa embarcación. La investigación se encontraba en marcha.
Pocas horas después, desde la capital cubana, una familia acusaba a los balseros de robo, alegando que esa embarcación les pertenecía y se la habían usurpado para llegar ilegalmente a los Estados Unidos, también les pedían a las autoridades norteamericanas que les fuera devuelta la embarcación.
Según las declaraciones del dueño de barco y su hija, después de tener un problema personal el propietario con quien hasta ese momento era el capitán de su barco, desaparecieron ambos. Le notificaron al dueño que su embarcación no estaba en el muelle de Casablanca, en el habanero municipio de Regla, y cuando fue a localizar al capitán, ni este ni su familia estaba tampoco.
Se trata de un barco pesquero, que es el sustento económico de su familia; es además, el resultado de 20 años de esfuerzos para por fin acceder a su propio barco, que en la actualidad está valorado entre 15 mil y 17 mil dólares americanos. Incluso parte de los documentos y facturas del barco se encontraban dentro del mismo.
Aunque esta familia cubana anhela que les sea devuelto su medio de subsistencia, lo cierto es que las embarcaciones con las que se llega de manera ilegal a las costas estadounidenses, son destruidas por la guardia costera, pues al ser rústicas y no tener ni siquiera luces, constituyen un peligro para la navegación marítima, por lo cual las posibilidades de que puedan recuperar su barco son bastante remotas.
Por otra parte, los balseros se encuentran a la espera de la entrevista del miedo creíble. Viajaron en la embarcación 11 personas, incluidos el presunto usurpador de esta, su esposa e hijos. Luego de que en 2017 se revocara la política de pies mojados, que le otorgaba asilo a todos los cubanos que llegaran por vía marítima una vez desembarcaran en Estados Unidos, las probabilidades de permanecer en el país llegando por esta vía son mínimas. En caso de no pasar la prueba del miedo creíble, serían automáticamente deportados.
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