La disminución de la tasa de mortalidad infantil en Cuba en 2024 es un tema que ha captado la atención nacional. Las cifras recientes reflejan un esfuerzo considerable y coordinado para mejorar la salud materno-infantil en el país.
Sin embargo, este logro no debe ser motivo de complacencia, sino un impulso para redoblar esfuerzos en todas las áreas involucradas. ¿Qué factores han contribuido a esta disminución y qué desafíos persisten?
Durante el primer semestre de 2024, Cuba ha logrado reducir la tasa de mortalidad infantil a 7.4 por cada mil nacidos vivos, en comparación con 7.9 del mismo período en 2023.
Este progreso es significativo, considerando que hasta el 11 de julio de 2024, el número de defunciones en menores de un año disminuyó en 82 casos, pasando de 340 a 258. Además, la tasa de mortalidad materna también ha mostrado una mejora, descendiendo de 42.1 a 37.5 por cada 100,000 nacidos vivos.
Catherine Chibás Pérez, jefa nacional del Programa Materno Infantil (PAMI), enfatiza la importancia de un esfuerzo intersectorial para mantener y consolidar estos indicadores.
El trabajo coordinado entre diferentes sectores es crucial para abordar factores como la anemia, la desnutrición materna y las infecciones durante el embarazo, que son determinantes en el bajo peso al nacer y la mortalidad infantil. Este enfoque integral ha permitido mejoras significativas en la atención prenatal y neonatal en todo el país.
El país cuenta con 161 hogares maternos y 3,873 camas disponibles, y se han inaugurado cinco nuevos hogares maternos en Matanzas y Pinar del Río. Sin embargo, aún hay 35 municipios sin estas instalaciones, y algunos de ellos están en reparación o carecen de locales definidos.
A pesar de los avances, Cuba enfrenta desafíos significativos para consolidar estos logros. La escasez de productos lácteos, fármacos y reactivos necesarios para garantizar una adecuada atención médica sigue siendo un problema.
También persisten dificultades en la distribución de módulos de pañales, productos de higiene y la entrega de canastillas y dietas para embarazadas. La infraestructura hospitalaria y la falta de profesionales capacitados son otros retos que deben ser abordados para mantener y mejorar los indicadores de salud.
La pandemia de COVID-19 tuvo un impacto devastador en la tasa de mortalidad infantil en Cuba, que se elevó a 7.6 por cada mil nacidos vivos en 2021. Aunque hubo una leve mejora en 2022 con 7.5, las cifras de 2024 aún están lejos de los niveles previos a la pandemia, cuando la tasa era de apenas 3.9 en 2018.
Comparado con otros países de la región, Cuba todavía tiene mejores números que Venezuela (27), Nicaragua (17) y Colombia (12), pero está por detrás de Estados Unidos (5.6) y mucho más lejos de España (2.4) y Eslovenia (1.5).
La disminución de la tasa de mortalidad infantil en Cuba en 2024 es un paso positivo que refleja el compromiso del país con la salud materno-infantil. Sin embargo, para consolidar estos avances, es esencial continuar con un enfoque intersectorial, mejorar la infraestructura, garantizar el suministro de recursos necesarios y abordar los desafíos persistentes. Solo así se podrá asegurar un futuro más saludable para las madres y los niños cubanos.
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