En un mundo donde la sostenibilidad y la seguridad alimentaria se convierten cada vez más en prioridades globales, Cuba ha dado un paso significativo al buscar la colaboración de Noruega para desarrollar su acuicultura marina.
Este esfuerzo no solo “pretende revitalizar” una industria que ha experimentado un declive en años recientes, sino también asegurar una fuente estable de alimentos y empleo para su población en el futuro.
A través de un proyecto conjunto, especialistas cubanos del Centro de Investigaciones Pesqueras han recibido formación intensiva en Noruega, centrada en la producción de alevines de peces. Esta colaboración ha permitido un intercambio de conocimientos y técnicas avanzadas que buscan potenciar las capacidades locales. La formación se ha desarrollado en ciudades noruegas como Austevoll y Bergen, bajo la tutela de expertos del Instituto Noruego de Investigaciones Marinas.
En la Estación Experimental de Cultivo de Peces Marinos del Mariel, en la provincia cubana de Artemisa, se ha construido un centro de desove avanzado como parte de este proyecto. Aunque aún no se han divulgado muchos detalles sobre los resultados específicos del proyecto, la puesta en marcha de esta infraestructura es un paso crucial hacia la autosuficiencia en la producción de alevines.
A pesar del entusiasmo que rodea este proyecto, el sector pesquero cubano enfrenta desafíos significativos. Según informes recientes, la industria necesita aproximadamente seis millones de dólares anuales para mantener su viabilidad, y actualmente está lejos de cumplir con sus planes de producción. Este escenario subraya la importancia de la cooperación internacional y el intercambio técnico en la búsqueda de soluciones sostenibles.
El proyecto entre Cuba y Noruega es un ejemplo de cómo la cooperación internacional puede ser un motor de cambio y desarrollo. No solo se trata de mejorar la capacidad productiva de Cuba, sino también de integrar prácticas sostenibles que puedan servir como modelo para otros países en desarrollo.
Este esfuerzo binacional se espera sea un paso hacia la seguridad alimentaria en Cuba, y constituye también una manifestación de cómo las alianzas estratégicas pueden fomentar un crecimiento sostenible y respetuoso con el medio ambiente. La acuicultura, como ha destacado la FAO, es crucial para combatir el hambre a nivel mundial, y Cuba espera convertirse en un referente en la implementación de estas prácticas con ayuda noruega.
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