Ante una prolongada crisis económica y alimentaria, el gobierno cubano ha intensificado la promoción del cultivo de sorgo como una posible vía para diversificar la dieta nacional y aliviar la escasez de alimentos.
El sorgo, un cereal resistente a la sequía y de bajo costo, es considerado por las autoridades como una solución sostenible para reducir la dependencia de las importaciones de trigo y otros granos esenciales.
Sin embargo, la medida ha despertado opiniones encontradas entre expertos, productores y la población, quienes analizan tanto las ventajas como los posibles límites de esta iniciativa.
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El sorgo es un cereal ampliamente cultivado en regiones semiáridas del mundo por su capacidad para resistir condiciones climáticas adversas, como la sequía o suelos pobres.
A nivel nutricional, es una fuente de carbohidratos, fibra, hierro y antioxidantes, y además no contiene gluten, lo que lo hace apto para pacientes celíacos.
En provincias como Sancti Spíritus se están desarrollando programas piloto para incluir el sorgo en la alimentación humana, especialmente en la elaboración de productos dirigidos a personas con intolerancia al gluten.
A la vez, se destina parte de la cosecha al consumo animal, como una estrategia para fortalecer la producción ganadera en tiempos de escasez de pienso importado.
La crisis alimentaria en Cuba se ha agravado en los últimos años por factores como:
En este contexto, el gobierno busca alternativas viables para producir alimentos de forma local, reducir costos y mejorar la oferta en los mercados estatales.
Desde el ámbito oficial y técnico, se destaca que el sorgo podría desempeñar un papel importante en la seguridad alimentaria nacional.
Especialistas agrícolas argumentan que su bajo requerimiento hídrico, unido a su adaptabilidad a diferentes tipos de suelos, lo convierten en un cultivo estratégico para el país.
Además, su uso en productos sin gluten podría diversificar la oferta para celíacos, un sector desatendido en la isla, según reportó Cubadebate.
El sorgo tiene un gran potencial, tanto para la alimentación humana como para la animal. Es una opción más económica y adaptable.
señaló un técnico agrícola de Sancti Spíritus involucrado en el proyecto piloto.
Sin embargo, no todos ven el sorgo como la panacea. Algunos economistas y ciudadanos expresan escepticismo sobre la capacidad real de este cultivo para resolver los problemas de fondo del sistema alimentario cubano.
Entre las principales dudas se encuentran:
Es positivo buscar soluciones, pero el sorgo no va a reemplazar el pan de cada día. Hace falta más que un cultivo alternativo para resolver la crisis alimentaria.
opinó Carlos Peña, economista independiente en entrevista con CiberCuba.
El debate sigue abierto. Mientras el gobierno apuesta por el sorgo como una medida innovadora y sostenible, otros consideran que es solo un parche temporal frente a una crisis estructural más profunda.
Lo cierto es que, en un contexto de escasez prolongada, cualquier intento por diversificar la producción agrícola y reducir la dependencia externa podría aportar cierto alivio, aunque limitado.
El desafío radica no solo en sembrar más, sino en integrar estos cultivos a la cultura alimentaria cubana, adaptando los procesos productivos y educando al consumidor.
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