Este 12 de febrero, Cuba registró su peor jornada de apagones en al menos dos años, con el 57% del territorio nacional sin servicio eléctrico simultáneamente. Según datos de la estatal Unión Eléctrica (UNE), la demanda de electricidad superó en 1.800 megavatios la capacidad de generación disponible, lo que obligó a desconectar circuitos en varias provincias para evitar un colapso total del sistema.
Los apagones han sido una constante en los últimos meses, con déficits energéticos que alcanzaron el 53% en 2024, provocando tres apagones nacionales de varios días completos. Actualmente, en algunas regiones de la isla solo hay suministro eléctrico durante cuatro horas al día, mientras que en La Habana los cortes llegan hasta cinco horas diarias.
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La crisis eléctrica en Cuba tiene múltiples causas, pero los expertos coinciden en que se debe principalmente a:
Según estimaciones independientes, el Gobierno cubano necesitaría entre 8.000 y 10.000 millones de dólares para recuperar la capacidad de generación del Sistema Eléctrico Nacional (SEN), un monto inalcanzable en el contexto actual de crisis económica.
Los constantes apagones han agravado la ya crítica situación de la población. Comerciantes, pequeñas empresas y trabajadores informales han visto afectadas sus actividades diarias debido a la falta de electricidad. El sector productivo, especialmente la agricultura y la industria, también se ha visto perjudicado, lo que podría generar un impacto aún mayor en la ya frágil economía cubana.
Las cifras oficiales indican que el PIB de Cuba se contrajo un 1,9% en 2023 y no logró recuperarse en 2024. Para 2025, el Gobierno proyecta un crecimiento del 1%, aunque expertos advierten que la crisis energética puede retrasar aún más cualquier recuperación.
A corto plazo, la UNE ha anunciado que busca alternativas para importar combustible y realizar reparaciones de emergencia en las principales centrales. Sin embargo, los analistas coinciden en que sin una inversión estructural, el sistema eléctrico cubano seguirá en un estado de precariedad extrema.
El Gobierno también ha intentado impulsar energías renovables como la solar y la eólica, pero los proyectos han avanzado lentamente debido a la falta de financiamiento y a la dependencia de proveedores externos.
Los apagones se deben a la falta de inversión en mantenimiento de las centrales eléctricas, la escasez de combustible y fallos en el sistema de generación.
Santiago de Cuba, Holguín y Camagüey han sido de las más golpeadas, con cortes que pueden extenderse hasta 20 horas diarias en algunos municipios.
No hay una fecha clara de recuperación. Expertos creen que sin inversiones significativas, la crisis podría prolongarse varios años.
Los apagones frenan la producción industrial, afectan el comercio y reducen la calidad de vida, lo que contribuye al deterioro de la economía cubana.
Se han propuesto medidas paliativas, como la importación de combustible y mejoras en algunas plantas, pero no hay un plan estructural viable a corto plazo.
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