En un movimiento que ha generado tanto admiración como controversia, el condado de Miami-Dade aprobó designar un tramo de la avenida Palm Avenue en Hialeah como “President Donald J. Trump Avenue”.
Este hecho ha captado la atención nacional y ha exaltado debates sobre la idoneidad de honrar figuras políticas en vida con nombres de calles.
¿Qué significa esta decisión para una ciudad marcada por su fuerte presencia hispana y tradición republicana?
Con una votación de 9 a 1, incluyendo el respaldo de varios demócratas, los comisionados del condado de Miami-Dade aprobaron la propuesta impulsada por Hialeah, una ciudad de mayoría cubano-estadounidense y bastión republicano.
Esta medida, defendida por el alcalde Esteban Bovo y el comisionado republicano Kevin Cabrera, refleja el fuerte apoyo local a Donald Trump tras las elecciones de noviembre, donde triunfó en esta región tradicionalmente demócrata.
La decisión no estuvo exenta de obstáculos. Aunque los líderes locales promovieron la iniciativa, la junta de preservación histórica de Hialeah inicialmente se opuso, argumentando la importancia de mantener la identidad original de Palm Avenue.
Finalmente, el plan avanzó bajo la premisa de que no se eliminaría el nombre actual de la avenida, sino que se añadirían placas con el título en honor a Trump.
Cambiar el nombre de calles no es nuevo en Florida. En 2016, se designó una parte de la Northwest 185th Terrace como “President Barack and Michelle Obama Boulevard”.
Sin embargo, las reglas para renombrar vías públicas son estrictas, requiriendo mayorías especiales dependiendo de si las carreteras son administradas por el condado o por las ciudades.
Los críticos han señalado que honrar a un expresidente polarizante podría avivar tensiones en una comunidad diversa.
Por otro lado, los defensores lo ven como un reconocimiento legítimo a un líder que, según ellos, encarna los valores de la región.
La ciudad de Hialeah, con una población estimada de 221,300 habitantes según el censo de 2023, es conocida por su densidad poblacional y por ser un enclave político distintivo en el panorama de Florida.
Este cambio no solo añade una nueva dimensión a su mapa, sino que también posiciona a la ciudad en el centro de una conversación nacional sobre identidad política y memoria histórica.
¿Será esta decisión un puente hacia la unidad o un recordatorio de las divisiones políticas que caracterizan la actualidad estadounidense? El tiempo lo dirá.
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