El humo blanco volvió a elevarse desde la Capilla Sixtina y la fórmula tradicional Habemus Papam resonó desde el balcón de la Basílica de San Pedro. El mundo católico tiene un nuevo líder: Robert Francis Prevost, nacido en Chicago en 1955, fue elegido como el Papa número 267 de la Iglesia católica y ha adoptado el nombre de León XIV.
Es el primer pontífice estadounidense en la historia, pero su trayectoria refleja una profunda conexión con América Latina, especialmente Perú.
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Robert Prevost es miembro de la Orden de San Agustín. Su vocación lo llevó a servir como misionero en Perú durante los años 80 y 90. Allí fue prior, maestro de formación, profesor y vicario judicial en la Arquidiócesis de Trujillo.
En 2014, el Papa Francisco lo nombró obispo de Chiclayo, y en 2023 fue ascendido a prefecto del Dicasterio para los Obispos y presidente de la Pontificia Comisión para América Latina.
Su perfil es visto como una síntesis entre la firmeza doctrinal y la cercanía pastoral, cualidades muy valoradas por el pontificado anterior. Además, tiene una sólida formación académica en teología, matemáticas y derecho canónico.
El nombre “León” remite a figuras históricas de peso, como San León Magno, Papa entre 440 y 461, conocido por su defensa de la fe en tiempos turbulentos.
También evoca a León XIII, uno de los papas más influyentes del siglo XIX, autor de la encíclica Rerum Novarum, precursora de la doctrina social de la Iglesia.
Con esta elección, Prevost estaría señalando su intención de ejercer un liderazgo firme, espiritual y doctrinal, pero también orientado a responder a los desafíos globales actuales, como las desigualdades, los conflictos y la pérdida de sentido espiritual.
A pesar de haber nacido en Estados Unidos, Prevost tiene también nacionalidad peruana desde 2015. Su cercanía con la realidad latinoamericana, sus años de servicio misionero y su vínculo con comunidades humildes lo convierten en una figura esperanzadora para millones de fieles en la región.
En Chiclayo y Trujillo, donde sirvió por años, muchos ya celebran su elección como un signo de reconocimiento a la Iglesia de las periferias, tan promovida por Francisco.
Una densa columna de humo blanco emergió esta tarde desde la Capilla Sixtina. El anuncio es claro y universal: ¡Habemus Papam! El mundo católico tiene un nuevo líder espiritual. En medio de vítores y campanas repicando en la Plaza San Pedro, miles de fieles y peregrinos reaccionaron con emoción al histórico momento.
Tras solo dos días de deliberaciones, el Colegio Cardenalicio llegó a un consenso que ahora da paso a una nueva etapa para la Iglesia católica.
El proceso comenzó el 7 de mayo con 133 cardenales electores reunidos en la Capilla Sixtina. Se requería una mayoría de al menos 89 votos para consagrar al nuevo Pontífice.
Contra pronósticos de una votación prolongada, la decisión llegó de manera expedita: fue en la cuarta votación, realizada en la tarde del segundo día, cuando se alcanzó el consenso. Se trató de un cónclave rápido, similar al que eligió a Benedicto XVI en 2005.
Con la fumata blanca confirmada, el protocolo papal se activó. El elegido fue conducido a la llamada Sala de las Lágrimas, donde se viste con las ropas papales y tiene un momento íntimo antes de su aparición pública.
En pocos minutos, el cardenal protodiácono Dominique Mamberti saldrá al balcón central de la Basílica de San Pedro para pronunciar la fórmula en latín: “Annuntio vobis gaudium magnum, habemus Papam…”
Segundos después, el nuevo Papa se presentará al mundo, revelará el nombre que ha escogido y dirigirá su primera bendición urbi et orbi.
Todavía no se ha revelado la identidad del nuevo Papa, pero se espera que su perfil refleje los desafíos actuales de la Iglesia. Con más del 80% de los cardenales electores designados por el Papa Francisco, los analistas anticipan una figura que dé continuidad a su legado pastoral, centrado en los pobres, los migrantes y las periferias del mundo.
Además, su edad, nacionalidad y nombre elegido ofrecerán pistas claras sobre el rumbo que tomará su pontificado en términos de reformas, diplomacia y presencia global.
La emoción en Roma es palpable. Fieles de todos los continentes se abrazan, lloran y cantan mientras esperan el anuncio oficial. Algunos cargan carteles con mensajes de paz; otros agitan banderas de sus países. “Estoy aquí desde esta mañana y siento que el Espíritu Santo ha actuado”, decía una peregrina desde Carolina del Sur entrevistada por CNN.
El Papa es elegido por los cardenales menores de 80 años reunidos en cónclave. Este año participaron 133 cardenales electores.
Las papeletas de votación se queman con compuestos químicos que producen humo blanco cuando hay acuerdo, y humo negro cuando no lo hay.
Es una pequeña sala donde el nuevo Papa se cambia y tiene un momento de reflexión antes de presentarse al mundo.
Varía. Este duró dos días, como los de Francisco y Benedicto XVI. Algunos han durado semanas o incluso meses en siglos pasados.
En cualquier momento, cuando el cardenal protodiácono lo anuncie desde el balcón central del Vaticano con la fórmula “Habemus Papam”.
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