En un informe anual del Departamento de Estado norteamericano, dado a conocer recientemente por el secretario de Estado Antony J. Blinken, se divulgan las particularidades de una evaluación del estado de lucha contra la trata de personas en 188 países y territorios, frente a lo que urge una solución efectiva.
El informe, que estudia el comportamiento de este fenómeno en el año en curso, registra las actuales tendencias que han puesto de relieve el contexto de progreso y retroceso, obteniendo como resultado de análisis que las redes sociales, sitios webs, algunas aplicaciones móviles y plataformas de juego, constituyen el blanco perfecto como anzuelo digital a miles de personas.
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Blinken señala que la trata humana supone una violación de los derechos principales y libertades individuales de cada ciudadano, además que socava el Estado de derecho.
Aparejado a ello, se debilita en sumo grado la seguridad de las fronteras geográficas, se restringen las oportunidades económicas de los individuos, a la vez que se perfeccionan las técnicas de manipulación de acuerdo a la avanzada digitalización de la sociedad.
De modo que, muchos de los involucrados se valen de las plataformas tecnológicas para estafar, forzar o presionar a peticionarios de empleo a una explotación sexual y laboral. Se pueden citar ejemplos de algunos traficantes que simulan una transacción financiera con criptomonedas opacas y manejan de esta forma las estafas en línea.
Las redes sociales vienen siendo la estrategia idónea para encontrar víctimas de trata, sin limitarse a la idea más generalizada de que las féminas y niñas son las únicas engañadas para este tipo de sucesos, sino que abarca a personas de cualquier género, etnia, clase y raza, lo que limita tanto a la sociedad, como a las autoridades, e incluso a las víctimas, para reconocer el abuso.
Siguiendo esta línea, Blinken declara que se hace necesario que las empresas tecnológicas usen algunas herramientas de datos e instrumentos de algoritmo en detección de posibles patrones de trata humana, además de la identificación de actividades que resulten ilícitas o sospechas.
Para ello, el informe anual sugiere el empleo de la propia tecnología que se usa como red de trampa, para solucionar, detectar y frenar la trata humana. Conforme a ello, la sociedad civil y el sector privado en colaboración conjunta, están trabajando en la creación y aplicación de herramientas a través de la inteligencia artificial (IA).
La estrategia en operación, pretende detectar las actividades de trata, como es el ejemplo de “Tech Against Trafficking”, que se trata de una iniciativa que parte de fusión de las principales compañías tecnológicas y ONG para el aprendizaje con máquinas en aras de frenar la trata.
Como consecuencia, se rastrea de forma eficaz las actividades de engaño digital, a la vez que se preserva el anonimato de las víctimas.
La integración de la tecnología digital para la detección de estas infracciones -a juicio gubernamental- resulta “efectivo” dados los ejemplos de implementación en Brasil y Canadá. En tanto, grupos de la sociedad civil desarrollan aplicaciones móviles que permitan documentar a los ciudadanos respecto al tema y puedan denunciar los hechos de esta índole.
El resultado de usar la IA para frenar las acciones de trata humana también tiene su lado contraproducente, puesto que algunos analistas del tema tachan estas prácticas de “ineficaces”, y refieren que las políticas digitales adoptan un enfoque sumamente abarcador en la recopilación de pruebas que se suponen sospechosas.
Esto definitivamente puede resultar peligroso y desfavorable, ya que propician una vigilancia desproporcionada a individuos que no están vinculados a acciones de este tipo, sobre todo a determinados grupos de personas transexuales, trabajadoras sexuales de bajos recursos, algunos individuos de ciertos grupos raciales, ciudadanos que evitan pagos rastreables, ente otros indicadores categorizados erróneamente como conductas de trata humana.
Los expertos señalan al respecto, que las plataformas digitales están “incentivadas para denunciar en exceso” los eventos relacionados a la trata, lo que provoca una sobresaturación que impide analizar todo el volumen de demandas, imposibilitando además la identificación de la autoría.
El mecanismo de la creación de un algoritmo que detecte las actividades ilícitas sospechosas, se maneja por algunas autoridades como la solución “idónea” para frenar la trata, sin embargo, los analistas alertan sobre lo erróneo de esta práctica, que solo perpetúa la discriminación y violencia a personas ya marginadas.
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